Viernes, 19 de Abril 2024

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Buenos propósitos y ¿la solidaridad?

Por: José Luis Cuellar de Dios

Buenos propósitos y ¿la solidaridad?

Buenos propósitos y ¿la solidaridad?

Los inicios de cada año suelen ser propicios para establecer, individual y/o colectivamente, una serie de buenos propósitos que de cumplirse conducen a mejores estadios de vida, tiempos pues de pleno optimismo, sin descartar que haya casos de pesimismo, incluso extremo. Ante tan contundente y tradicional realidad trataremos de esclarecer la ruta que tendrá mayor soporte en este recién nacido 2018, ya sea la del optimismo bien sea la del pesimismo.

Quizás valga la pena citar a José Saramago a manera de referencia respecto al tema: “los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay”. El enfoque de la presente colaboración se dirige, única y exclusivamente al tema del altruismo, de la solidaridad, en otras palabras, si dentro del “paquete” de buenas intenciones tenemos incluido el tema filantrópico.

El asunto roza, en primera instancia, la existencia o no de cultura altruista con que cuente la sociedad, independientemente de condiciones sociales, económicas, educativas e incluso de creencias. Son pocas aquellas personas que entre sus buenos propósitos incluyen la asistencia para aquellos seres humanos cuya condición de desamparo y abandono les impone un estado físico y mental de pocas esperanzas. Siendo honestos la sociedad mexicana en términos generales carece de una bien arraigada cultura solidaria perfectamente adquirida y de invariable convicción. Otro escenario es aquel que se refiere a la asistencia gubernamental de cada uno de los distintos niveles que brindan las diferentes instituciones públicas, sería asunto de otra colaboración en la que se disponga de resultados del  2017, presupuesto asignado para este 2018 y población atendida de cada uno de los sectores beneficiados.

Retomando el asunto, resulta un hecho que para dar paso a contar con una cultura social verdaderamente filantrópica arraigada y operativa, se deberá vencer, antes que nada, el magnetismo que ejerce la otra cultura, la opuesta, la del hedonismo tan firmemente adquirida por grandes sectores sociales con independencia a su condición económica. En tanto este primer obstáculo no sea superado los ingentes colectivos de niños, jóvenes y adultos en misérrimas condiciones seguirán sufriendo carencias de todo tipo.

Todos tenemos algo que aportar, amas de casa, obreros, empresarios, profesionistas, escritores, periodistas, profesores, deportistas… es decir, hablamos de una obligación moral, de esa pasión que ejerce la razón sobre la voluntad, enfrente de un valor (wikipedia). Los entornos parecen ser, en estos momentos, cielos nublados, violencia, corrupción, impunidad, incertidumbre económica y otros etcéteras mas colaboran a provocar un cierto tipo de desvanecimiento del espíritu solidario, fenómeno que se supera con voluntad, convencimiento y compasión.

Habrá que reconocer que contamos con una sociedad mas solidaria con respecto a tiempos pasados, pero en general incipientemente organizada y por lo tanto no convertida en arraigo cultural, se requiere de una mayor energía social que acuda en rescate de tantos y tantos grupos vulnerables que enfrentan una vida de verdadera pesadilla, la practica filantrópica es un día si otro también, de otra forma seguirán creciendo, entre otras cosas los ambientes urbanos donde se incuba la delincuencia. Bienvenido 2018, esperemos que entre los buenos propósitos incluyamos la práctica solidaria vista como un pasatiempo que termine por convertirse en religión.

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