Jueves, 28 de Marzo 2024

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Alondra, Liliana y Sandra Paola

Por: Gabriela Aguilar

Alondra, Liliana y Sandra Paola

Alondra, Liliana y Sandra Paola

Feminicidio. Tentativa de feminicidio. Atroz en cualquiera de los casos. La semana anterior se ganaron los titulares nacionales en materia de violencia de género por los casos de Alondra, Liliana y Sandra Paola. La primera, asesinada junto con su madre en Poncitlán por quien fuera su marido mientras denunciaban violencia de género en la agencia del Ministerio Público; la segunda, hospitalizada y en estado grave por la agresión de su ex marido con arma blanca al interior de la casa que un día compartieron. 

Sandra Paola debió ser inducida a coma para que se estabilizaran sus signos vitales, las lesiones en el cuello por intento de asfixia y los golpes en el cuerpo le provocaron arritmia cardiaca, mientras sus manos requirieron una cirugía mayor para reconstruirlas. Esas manos que una vez abrazaron y protegieron a sus pequeños, hoy de cuatro y ocho años, lucharon con la fuerza que les fue posible para evitar que las lesiones fueran mortales, pero quedaron tan dañadas que la pérdida de sangre fue severa.

El agresor de Sandra, Alejandro “N”, el hombre con quien compartió 10 años de su vida, salió del domicilio robando la camioneta y el teléfono móvil de la víctima. Llamó a familiares de Sandra para que acudiera en auxilio de la mujer herida. ¿Acaso no notaron nada extraño los vigilantes cuando el agresor salía en la camioneta si ingresó en un vehículo de plataforma? 

Sandra luchó por su vida para proteger a sus hijos y gritó para que los niños se resguardaran en una habitación. ¿Acaso nadie escuchó nada en un fraccionamiento donde las casas se encuentran construidas muro contra muro? En las imágenes que capta una cámara de circuito cerrado se aprecia que el agresor sale del domicilio, camina titubeando, mantiene casi inmóvil y junto a su cuerpo la mano derecha, sólo mueve la izquierda; a sólo unos metros una vecina baja de su vehículo e ingresa a su propio domicilio. Nadie pidió ayuda. Quizá las respuestas ya no importen una vez que el agresor fue detenido. La suma de omisiones es evidente.

En el caso de Alondra no hubo oportunidad que valiera. Christopher “N” estaba decidido a terminar de tajo con la vida de su esposa de tan sólo 21 años. Lo logró. En el intento también perdió la vida la madre de la joven. Es indignante que no hubiera quien detuviera al feminicida en unas instalaciones donde una víctima debería estar segura. 

Alondra y Liliana acudieron al Ministerio Público de Poncitlán a denunciar por segunda vez a Christopher por violencia doméstica. Las autoridades le fallaron la primera vez, no hubo seguimiento. Tuvo que refugiarse en casa de sus padres días antes para escapar de la violencia de su pareja. Seguir el procedimiento no fue suficiente; ni las autoridades pudieron protegerla, al parecer Christopher fue notificado de que Alondra acudió a denunciarlo y no había elementos de seguridad que pudieran detenerlo al momento.

De nada sirvió el desfile de policías armados que acudió después al lugar de los hechos. Ya nada podían hacer. Liliana murió en el momento; Alondra murió en el hospital a donde fue trasladada.

En ambos casos se trataba de reincidencia; de hombres que previamente fueron denunciados. Sandra incluso tuvo temporalmente un pulso de vida a su disposición y aún así el resultado fue atroz. ¿Cuándo se detendrá la violencia contra las mujeres? 

En el caso de Alondra, el padre de la joven debe resolver la vida sin su esposa y sin su hija, velando por dos niños que perdieron a su madre y a su abuela en un instante. En el caso de Sandra, dos niños pequeños tendrán que crecer con la imagen de un padre agrediendo brutalmente a su madre. ¿Qué sigue para esas pequeñas vidas fragmentadas? Cualquier denuncia debe ir más allá de una carpeta archivada. Dos casos graves en una semana nos deben enseñar algo; quizá que se requiere reforzar esta área en el Estado. Abrir un presupuesto para más elementos, casas de refugio o ayuda psicológica y legal. 

Por fortuna los agresores fueron capturados. Confiemos en que no haya recurso legal que valga para que queden libres bajo cualquier argumento, como en el caso de María Elena, que apenas compartí la semana anterior. Ojalá la justicia le muestre a cada hombre que el castigo llega y se abra una oportunidad para que se trabaje contra las cifras de impunidad que presume la violencia de género en el país.

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