Cualquier ente social tiene una idea, aunque sea vaga, del tipo de comunidad en que desea vivir. Más aún quienes están ligados a organizaciones políticas que pugnan por asumir o conservar el poder. Hipotéticamente, alcanzar la dignidad de un cargo público implica trabajar para que la sociedad camine en una dirección determinada y buena parte de ella, se beneficie con la gestión. Por eso se le llama “servicio público”.Lo malo de épocas en las que se echa marcha atrás, en aras de un desarrollo económico benéfico para encumbrados ciudadanos y, en detrimento de las mayorías, es que la búsqueda del cargo público, -por cierto mucho mejor remunerado que antaño- tiene mayormente la finalidad de gozar de sus ventajas. En consecuencia, la lucha política se convierte en una pugna en pos de prebendas, sin importar el proyecto al que se esté contribuyendo.Sucede entonces que se asocian grupos cuya aspiración política resultaba antagónica: ahora es el hueso por el hueso mismo, a costa de lo que sea.Así hemos presenciado alianzas verdaderamente contra natura que pasan la fiesta medrando del presupuesto todos a una. Además, hay casos de institutos en que, no obstante de haber rechazado ligarse con fuerzas antagónicas, dejaron que se colaran en sus filas especímenes carentes de su ideología y henchidos de voracidad.Tal podría ser el caso de altos funcionarios del Gobierno actual que han hecho de nuestra otrora dignísima política exterior, un remedo abyecto y servil de intereses foráneos, lo mismo españoles neofascistas que norteamericanos de corte macartista.Se ha incluso hablado de una alianza del PRI con el más derechista y deshonesto de los candidatos a la presidencia. Mi pregunta es qué sucedería si consultaran las bases: a esa cauda de militantes, mexicanos a carta cabal, que está en contra de una política económica y social entreguista como la que preconiza el C. Anaya quien, por cierto, no ha escatimado palabras para insultar en todos los tonos a los priistas sin excepción.Ahora bien, hay que tener cuidado con tales alianzas. Como decía Reyes Heroles, tres y tres a veces suman menos de seis.Si tomamos en cuenta que, en el fondo, el nacionalismo revolucionario priista está menos lejos de López Obrador que del neoporfirismo reaccionario del C. Anaya, a la hora de las alianzas indebidas y contra natura podrían resultar muchos morenizados y el Partido que, al menos, no ha perdido el nombre de “revolucionario”, quedara en peligro de reducirse a la última palabra del credo, cuando tiene capacidad, talento y agallas para ser el mejor representante de la mexicanidad.Colosio lo dijo claro: “La Revolución Mexicana es todavía nuestro mejor horizonte”. Se trata de preservar principios generales que, no por centenarios, han caducado. Los principios cristianos son más antiguos y siguen siendo válidos.(jm@pgc-sa.com)
