Sábado, 20 de Abril 2024

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A qué juega el presidente

Por: Diego Petersen

A qué juega el presidente

A qué juega el presidente

Se las volvió a aplicar. La cancelación de la planta cervecera de Constellation Brands en Mexicali fue una copia al carbón del aeropuerto de Texcoco. Mientras los voceros oficiosos de la presidencia decían a los empresarios que no pasaba nada, que no se iba a cancelar, que era parte de las formas de hacer política del presidente, de repente se convoca a una consulta sin ningún criterio, organizada por militantes y no por la autoridades electorales, con cero representatividad y con base en ello se toma una decisión que todos sabemos estaba tomada de antemano.

Podemos discutir por supuesto el tema del manejo del agua y las implicaciones que tiene otorgar concesiones de grandes caudales a la industria. Ese es un debate que el país ha rehuido desde hace décadas. Tenemos que replantearnos seriamente la forma en que se distribuye el agua en este país y los derechos de las comunidades a los recursos hidráulicos. Independientemente de ello, la forma, que sin duda será festejada por los seguidores del presidente como un triunfo popular, tiene implicaciones muy fuertes en lo económico y en lo jurídico.

Aun existiendo todos los argumentos ecológicos y sociales para cancelar la planta, el argumento jurídico no puede ser una consulta popular. Tras la cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco, el presidente prometió que las consultas se harían con la ley de participación ciudadana, esto es, con mecanismos jurídicos cuyos resultados fueran vinculantes. No se hizo así, otra vez volvimos a las llamadas consultas patito, con una diferencia: en esta ocasión el afectado no es el propio gobierno sino una empresa trasnacional que realizó una inversión dentro de un marco jurídico y amparado en el Tratado de Libre Comercio. La multa al gobierno puede ser tres veces el monto de la inversión. Pero, con todo y que se trataría de una multa del tamaño del presupuesto anual de Jalisco o Nuevo León, el problema más grave es la confianza.

Pasó casi un año para que la relación con los inversionistas mexicanos más o menos se subsanara. El famoso plan de infraestructura no termina de arrancar porque la confianza seguía herida. Los últimos meses López Obrador parecía haberle dado la vuelta a la página y tenía al Consejo Coordinador Empresarial literalmente comiendo de su mano. Hoy López Obrador rompió de nuevo los parámetros de la relación y lo hizo en el peor momento, cuando la economía requerirá de mayores inversiones. Si alguien sabe a qué juega el presidente por favor explíquelo.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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