Viernes, 19 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

37,966 días

Por: Augusto Chacón

37,966 días

37,966 días

En 1937 adornaba el despacho principal del Palacio de Gobierno en el que Guillermo Prieto salvó la vida a Benito Juárez, el gobernador Everardo Topete. El 14 de septiembre de ese año El Informador avisó en su primera plana que el Congreso se reunió para discutir una solicitud de préstamo que el Ejecutivo requería le aprobaran: seis millones de pesos, para carreteras. Para tener idea de lo que el monto significaba, un cálculo simple: entonces el presupuesto del país, de acuerdo con los datos que se encuentran en el sitio electrónico del Banco de México, fue de casi 479 millones, el crédito que pretendía Topete equivalía a 1.25%, si ahora el mandatario de Jalisco pidiera ese porcentaje serían 75 mil millones de pesos, más o menos. En el Editorial de aquel día de septiembre el diario publicó: “en nuestro sistema político nacional, iniciativas como ésas no van a las Cámaras para que se discutan libremente, con riesgo de que, si se consideran improcedentes, se desechen. Sabemos bien que van solamente a ser revestidas de la aprobación legislativa por medio del formulario legalista de una superficial deliberación.”

Cuánto de nuestro presente había hace 84 años o cuánto pasado rige aún nuestra vida pública. Sigue el texto: “Proyecto espejeante que deslumbra por lo grandioso, y cuya efectividad -por éso mismo- es de dudarse, pues para su desarrollo exacto pocos serían los seis millones, y, más pocos todavía, administrados por el Estado.” Al parecer el gobernador Topete se incomodó por lo publicado e hizo declaraciones contra El Informador, al grado que éste, dos días después, colocó justo debajo de la cabeza principal un mensaje que a toda letra comenzaba: “SEÑOR GOBERNADOR:” y en el cuerpo del breve texto: “Con el proyecto de ley leído en la H. Legislatura [el de los seis millones] y con las amplias explicaciones de Ud., podremos editorializar nuevamente ya con conocimiento de causa; pero antes de hacerlo a su tiempo, queremos hacer una excepción a los calificativos de pérfidos, mala fé e insidiosos que se nos atribuyen, pues jamás hemos tenido la intención de herir a Ud., ni en lo personal ni como gobernante.”

La tensión se mantuvo durante once días; en ese lapso dos editoriales de El Informador se dedicaron a destacar la postura del presidente Lázaro Cárdenas respecto a la defensa de la libertad de expresión, incluida la que ejercían los críticos de su régimen. No sirvió de algo apelar indirectamente a la gravedad moral de Cárdenas, el 27 de septiembre de 1937 estalló una huelga impuesta por la inmarcesible mano negra y El Informador estuvo un año fuera de circulación. En el libro Un reportero en palacio (editado por El Informador, Editorial Ágata y Círculo I, 2016) el periodista Javier Medina Loera rescata la declaración de uno de los diputados de aquella legislatura, Constancio Hernández Alvirde: La huelga fue “En venganza por sus indiscreciones al hacer pública la división de los diputados ante el préstamo de seis millones de pesos que iba a solicitar el Gobierno estatal y por el cual iba a pagar un millón de pesos de comisión al intermediario.” Ya tenemos idea de lo que significaba, en pesos de hoy en día, un millón de comisión. 

El medio y los periodistas versus el poderoso prepotente; ni el Legislativo, ni el Judicial, menos el procurador, hicieron algo para honrar a la Constitución que cumplía veinte años. Estamos otra vez ante la actualidad constante, atemporal: hechos que caben en el pasado y en el presente y que, si no aprendemos de la historia, hallaremos en el futuro; aquí deberíamos añadir: salvo que ahora tenemos defensorías de derechos humanos, fiscalías especializadas, sistemas enteros para combatir la corrupción… pero ese “salvo” ¿salva? ¿Alguna instancia pública ha salido al quite de un medio que denuncia corrupción, no sólo para defenderlo porque intenten conculcar su libertad de expresión, sino para investigar lo que señala? Lo curioso, más bien, lo esperanzador es que, en sentido contrario, los medios de comunicación atentos al trabajo de las autoridades en verdad comprometidas con la ley terminarían por protegerlas del abusivo con mando y dueño del erario.

Es el reto: favorecer una simbiosis, una de índole crítica, que no pierda de vista a las y los ciudadanos, desde el profesionalismo y la integridad, de los medios y de los gobernantes. Pero mientras el ambiente político, social y de seguridad pública se torna (lo tornamos) propicio para esa simbiosis, uno de los dos factores necesarios es persistente en la vida de la comunidad, de ésta a la que llamamos Jalisco, nos habla desde el pasado y también en el presente: El Informador con sus 104 años de recorrido, testigo de la Revolución, de la Cristiada, de dos guerras mundiales, del nacimiento, fortalecimiento y ocaso del PRI y del PAN (y de tantos partidos), ha sido parte de la cultura que nos identifica, la que hoy presumimos, espejo de ella y su hacedor también. Puente sobre el río del tiempo, El Informador ha documentado el pasar de gobernadores, presidentes, legisladores, alcaldes, procuradores, magistrados, etc., cargados de discursos, de promesas, de fingimiento y de un poder efímero que en la mayoría de los casos nomás engrosó el anecdotario y el recelo popular.

Cómo leerán en 2105, en la hemeroteca de este periódico, lo que pasábamos, nosotros tan modernos, tan de Internet, en 2021. Si la simbiosis propuesta no cuaja, con los medios encandilados por el destello de políticos aviesos y con los gobernantes refugiados en el facilismo de apuntar a los medios como germen del mal, las y los lectores del porvenir seguramente coincidirán con lo escrito párrafos antes: cuánta actualidad había hace 84 años, o cuánto pasado rige aún nuestra vida pública.

agustino20@gmail.com

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones