Uno volvió a perder; otro sigue sin ganar…En efecto: esta película “ya la vimos”.La novedad, en todo caso, es que el Guadalajara ya es penúltimo en la clasificación general del Torneo de Clausura. Y aunque el suceso remite a los memoriosos a tiempos muy pretéritos (la temporada 70-71, cuando el Atlas descendió a la entonces Segunda División por segunda vez en su historia, tras disputar ese dudoso privilegio con el Pachuca), probablemente habrá consenso en que la actual es, quizá, la etapa más negra en la historia —tan vasta en capítulos honrosos, por lo demás— del futbol de Jalisco, reputado alguna vez como el mejor de México. *Más allá de la derrota del viernes ante el Monterrey (previsible, en cierto modo, viéndoles la zanca a los respectivos pollos…, y lógica a la vista del trámite del encuentro), hubo otros detalles inquietantes en el séptimo descalabro en nueve jornadas que van de la campaña, sufrido por el Atlas: los dos penalties de que fue protagonista y, encima, la expulsión de que fue objeto Rafael Márquez en ese encuentro.Salvo cuando los problemas extradeportivos o las lesiones lo han marginado, Rafa ha sido inamovible en las alineaciones de su equipo. Sin embargo, hay indicios de que su calidad de “intocable” es más romántica (por lo que representa como símbolo viviente del Atlas como el jugador de extracción rojinegra que más ha brillado en el concierto internacional y por la perspectiva de que pudiera ser el segundo futbolista mexicano que participa en cinco mundiales) que pragmática.A los 39 años de edad —recién cumplidos—, es comprensible que el inevitable declive de las facultades físicas pase factura, y que las piernas ya no estén a tono con la clase que siempre hubo en ellas, con la sapiencia acumulada al paso de los años... y con el buen deseo de contribuir al protagonismo de su equipo en el campeonato.*Por lo que hace al Guadalajara, entre la mejoría que acusó en el segundo tiempo y el apocamiento de unos “Pumas” que con el tempranero gol de Castillo se aflojaron y dieron la sensación de que ya tenían al rey por las orejas, la perspectiva de traducir el desempeño en un triunfo, se frustró… esta vez porque a Alanís, a la hora de los mameyes, desde los once pasos, le temblaron las piernas.
