Miércoles, 24 de Abril 2024

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* Valiente decisión

Por: Jaime García Elías

* Valiente decisión

* Valiente decisión

Si son verídicas las versiones de que Matías Almeyda dedicó buena parte de su tiempo, en las últimas semanas, a musitar “me quedo… no me quedo…” (como timonel del Guadalajara) mientras deshojaba margaritas en cantidades industriales, y si es verídica, también, la versión de que ya decidió quedarse, tal decisión confirma que, además de las virtudes de que ha dejado constancia desde que se hizo cargo del equipo más popular de México, el “Pelado” es valiente.

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Otro, en su lugar, tal vez se hubiera asido, como náufrago a una tabla ardiente, a la voz de “más vale que digan ‘aquí corrió’ que ‘aquí murió’…”, a cualquiera de las ofertas que, según se afirma, le llegaron mientras su equipo mostraba en el Torneo de Apertura “la otra cara de la moneda” con respecto al que se coronó en el de Clausura de la temporada anterior.

Almeyda asumió modestamente el rol que le correspondía cuando su equipo se trepó a los cuernos de la Luna. Y asumió honestamente el que le correspondía cuando soplaron los vientos adversos y el equipo se desdibujó.

En el entendido de que la declaración de los dirigentes, aun en plena debacle del “Rebaño”, de que “Hay ‘Pelado’ para rato”, denotaba la intención de ratificarlo por considerarlo capaz de enderezar lo que se torció en sus manos, Matías, según se afirma, ya movió pieza.

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La decisión de quedarse implica, en efecto, el compromiso, si no de ser campeón en la “otra oportunidad” que la vida, el futbol, el Guadalajara y sus dirigentes le darán, sí, al menos, el de redondear el diagnóstico sobre las causas del desastre —irremisible ya— que fue la actual campaña, recomendar las medidas terapéuticas pertinentes (altas y bajas en el plantel incluidas), en el entendido de que casi seguramente la dolorosa experiencia del agonizante Torneo de Apertura dejó enseñanzas que deberán aplicarse, y reconstruir el equipo a partir de las mismas.

Almeyda y los dueños de los destinos del Guadalajara lo saben: parafraseando a Zinedine Zidane, ni era el mejor entrenador del mundo cuando fue campeón, hace seis meses, ni es el peor ahora que su equipo quedó fuera de la “Liguilla”. Pero si ya una vez fue capaz de encabezar los anhelos de los dirigentes y los afanes de los jugadores hacia la conquista de un título, nada más sensato que darle la oportunidad de intentarlo nuevamente.

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