Miércoles, 24 de Abril 2024

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* Sin triunfalismos

Por: Jaime García Elías

* Sin triunfalismos

* Sin triunfalismos

Lo más fácil sería dejarse llevar por el triunfalismo (“actitud de seguridad en sí mismo y superioridad sobre los demás, fundada en una sobreestimación de la propia valía”, dice el tumba-burros), y proclamar, a voz en cuello, que “México será el primer país sede de tres Mundiales de futbol”…

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Hay que matizar: la que votó el Congreso de la FIFA, ayer en Moscú, para el Mundial de 2026, es una sede conjunta, a la que a México corresponde una porción menor del pastel. De conformidad con la solicitud planteada hace dos años, para competir con las aspiraciones de Marruecos, de los 80 partidos programados (16 más que en Rusia), con la participación de 48 países (los mismos que en Rusia), 60 se jugarán en Estados Unidos, 10 en Canadá y 10 en México; Estados Unidos tendrá 25 sedes, Canadá 10 y México solamente tres: México, Guadalajara y Monterrey.

Como quiera, ni es lo mismo tener el Mundial de futbol en casa o a la otra cuadra, que tenerlo del otro lado del mundo…, ni es lo mismo tener el boleto asegurado —se habla de la Selección Nacional— que tener que pasar por el viacrucis de la eliminatoria.

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Por lo pronto, ya que se apunta la pertinencia de evitar arrebatos de triunfalismo, es probable que a ese mismo efecto, de cara al torneo que hoy se pone en marcha con dos actores de relleno —el anfitrión Rusia y Arabia Saudita, que están en la extensa lista de los llamados, pero difícilmente estarán entre la más selecta de los escogidos—, desde la perspectiva mexicana, hayan contribuido dos situaciones…

Si en la eliminatoria los resultados, al decir de los analistas, estuvieron muy por encima de las actuaciones del “Tri”, en los últimos partidos de preparación —ante Gales, Escocia y Dinamarca— ni las actuaciones fueron convincentes ni los resultados fueron promisorios.

Eso, por una parte; por la otra, el episodio de la “fiesta” de los seleccionados, la noche posterior a la escuálida victoria sobre Escocia y previa al viaje a Dinamarca, predispuso el ánimo de los aficionados —dígase en contra todo lo que se quiera— contra “El Equipo de Todos”, como lo llamaban sus publicistas, porque no fueron capaces de llevar a la práctica el consejo que daba el prior de un monasterio a sus oblatos: “Si no podemos ser castos, seamos, al menos, cautos”.

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