Viernes, 29 de Marzo 2024
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* Promisorio

Por: Jaime García Elías

* Promisorio

* Promisorio

México, campeón de la Copa Oro…

Así: sin signos de admiración; sin margen para los ditirambos; sin argumentos para echar a vuelo las campanas. Simplemente campeón.

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Lo había dicho Gerardo Martino la víspera de la final: “Si México no se corona, no pasa nada”. Una declaración que generó las reacciones lógicas -valga la paradoja- de los nacionalistas a ultranza. “Derrotista”, fue el calificativo más amable que le dedicaron, en medio de un incipiente orfeón que se pronunció, ipso facto, por su destitución.

El mismo Martino, al percatarse de las iras que desataron sus palabras, hizo la salvedad: “Pero si México se corona… tampoco pasa nada”. Y sí: al final de cuentas, la Copa Oro -menospreciada sistemáticamente por muchos observadores- es apenas la etapa inicial de un ciclo al que sólo podrá darse la calificación definitiva tras el Mundial de Qatar-2022.

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No había motivos para echarle a los tacos toda la crema del tarro…

No quedaron dudas acerca de la justicia del resultado, ciertamente, a despecho de que el desempeño del “Tri” no fuera convincente; de que se hubiera quedado por detrás de las muestras de varios de sus encuentros precedentes.

México tuvo, sin embargo, en el balance definitivo, el argumento indiscutible del solitario gol con que se escribió la historia. Un argumento que ni Pulisic ni Altidore fueron capaces de esgrimir en las situaciones propicias que tuvieron en los albores del partido: al primero porque Ochoa le tapó el fusilamiento; al segundo porque le temblaron las piernas. Un argumento que se les volvió a negar a los locales en el segundo tiempo, cuando Guardado, en la línea, salvó con la cabeza el remate de Morris.

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Se dirá que el cuadro estadounidense decepcionó. Que de poco le sirvió el envión anímico que debió haberle significado, unas horas antes, la obtención del título por parte de su seleccionado femenil en el Mundial de su rama. Que fue lamentable el bajón futbolístico de los locales: luz en el primer tiempo -con todo y las ya señaladas situaciones propicias malogradas-,  sombra en el segundo, en el que bajaron la guardia, sacaron el pie del acelerador y dejaron levantarse de la lona al adversario.

Es su problema. Al cuadro mexicano le queda la satisfacción de haber redondeado un promisorio inicio del proceso rumbo al siguiente Mundial. Los pretextos -la defensa de los mediocres-… se quedan para otros.

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