¡Persiste el maleficio…!Calderón, en el primer tiempo, tuvo dos situaciones propicias para romper el embrujo que le niega el gol al Atlas. En la primera, la más clara, el gol “hecho” se frustró porque su remate de cabeza se fue a un lado del poste derecho. En la segunda, su disparo de media distancia siguió la misma ruta.A Vigón, ya en tiempo añadido, le cayeron en los pies las dos postreras oportunidades que los rojinegros tuvieron para sacudirse el embrujo y rescatar, “a lo Atlas”, al menos un empate como premio de consolación en el Clásico. En la primera, puso la pelota en órbita. En la segunda, Jiménez sólo tuvo que levantar los brazos para detener el balón.El inventario de las cargas atlistas que representaron cierto peligro para el marco de Guadalajara se complementó, tres minutos después de que Pineda hiciera el gol con que a la postre se escribiría la historia, con un remate de Duque… al travesaño.*En la película que los rojinegros seguramente rebobinaron toda la noche -algunos en pleno insomnio, otros en plena pesadilla-, esos detalles se alteraron con las dos intervenciones sobresalientes que tuvo Pepe Hernández en defensa de su marco: una en el primer tiempo, exigido por un zurdazo de “Chofis”; la otra en el segundo, a disparo de Pineda que anticipaba la fórmula que poco después le permitiría convertirse en el héroe del Clásico.En el balance del partido, por tanto, quedó claro que aunque el Atlas tuvo más posesión de la pelota, el Guadalajara planteó, en cantidad y en calidad, más peligros al marco rival, y estuvo más cerca, por lo tanto, de ganar el partido con más amplitud y nitidez.*En lo que los rayados, sin prodigarse con una actuación consagratoria ni mucho menos; haciendo tanto a la defensiva como a la ofensiva lo estrictamente necesario, ligaron su tercera victoria consecutiva, los rojinegros salieron del estadio a rumiar, por enésima vez, su frustración.El panorama, con Tigres, Tijuana, Cruz Azul, Toluca y Santos Laguna en las siguientes apariciones, luce sombrío… con tendencia a tornarse tétrico si prevalece la impotencia ofensiva como marca de la casa, y al récord oprobioso de más minutos sin gol en el arranque de una campaña llegara a sumarse una cifra de más de mil minutos en blanco, como la que data de 1981... sin un Pitarch, su exorcista de entonces, a la vista.
