Todo puede perderse… menos el buen humorLa derrota ante Croacia -por 3-0, para que arda más- puso a los aficionados argentinos, pasionales como ellos solos, en la frontera entre la ira y el sarcasmo. En las redacciones de los periódicos se buscaba la palabra exacta para condensar la historia y el impacto que generó: “Papelón” y “Vergüenza”, por ejemplo… sin perjuicio de pagar derechos de autor a los brasileños porque se suscribieron a esos mismos vocablos para resumir la historia del 7-1 adverso ante Alemania en “su” Mundial, hace cuatro años. En las redes sociales, en cambio, el doloroso descalabro desató un maratón de humor negro: “No todo está perdido -decía un mensaje-: falta perder con Nigeria”… “Si se dan un par de resultados -decía otro-, nos cruzamos con Perú… en el aeropuerto”. * Más allá de los desahogos, el hecho es que Argentina, en lo colectivo, ha mostrado un nivel muy por debajo de las expectativas de sus aficionados… y Messi, en lo individual, a partir del penal fallado en el primer partido, muy debajo de sus blasones. (Luz en el Barcelona, sombra en la Selección).En el partido de ayer, sin embargo, hay un atenuante: hasta antes del gol de Rebic, para decirlo coloquialmente, la moneda estaba en el aire; por más que se diga que Jorge Sampaoli parece menos interesado en armar un equipo propiamente dicho que en poner alrededor de Messi a sus amigos, el partido había estado para cualquier lado… hasta que Caballero regaló el balón, abrió el zaguán de par y propició el primer gol de Croacia. Un gol que resultó, en lo anímico, demoledor para los albicelestes. En lo táctico, las incrustaciones de Dybala e Higuaín, por obvias, parecieron tan erráticas como las de un torpe entrenador de equipo llanero, impropias de un timonel mundialista, y resultaron tan desesperadas como contraproducentes: más que acrecentar el potencial argentino, debilitaron el aparato defensivo y allanaron el camino para que Croacia, con relativa facilidad, consumara la goleada. * Brasil en turno. Con Costa Rica como adversario, el de hoy parecería un partido de mero trámite para los amazónicos, si en este mismo Mundial no hubiera habido tantos indicios de que los grandes no son tanto como se daba por descontado… y de que a los supuestos enanos -para desencanto de los confeccionistas de pronósticos- les da dado por crecer.
