Jueves, 25 de Abril 2024

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* Dos etapas

Por: Jaime García Elías

* Dos etapas

* Dos etapas

Un cronista de la victoria (7-1) del Real Madrid sobre el Deportivo, el domingo (Orfeo Suárez, de “El Mundo”) retrató así, sin misericordia, al cuadro gallego: “parece una ambulancia sin gasolina; un equipo cargado de dudas, las primeras en la portería…”.

No se necesita demasiada imaginación para caer en cuenta de que ese retrato hablado aplica, casi al pie de la letra, para el Atlas que, por lo visto en las primeras jornadas del Torneo de Clausura, particularmente, parece condenado a repasar sus peores pesadillas.

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Lo mismo si sus dirigentes deciden respaldar a Gerardo Espinoza, dejándolo al frente del equipo, que si consiguen a un valiente que le atore al compromiso pensando seriamente en enderezar el barco y no sólo en cobrar lo necesario para comer con manteca durante los próximos meses, es muy probable que la ruta crítica de la encomienda comprenda dos etapas: la estabilización… y el rescate propiamente dicho.

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La primera abarcaría el resto de la presente campaña. La estabilización consistiría en tomar medidas, en lo táctico y en lo anímico, para rescatar una cantidad razonable de los 42 puntos que el Atlas debe disputar en las 14 fechas que le restan de vida al Torneo de Clausura. Pensar, concretamente, que si bien las perspectivas son negras en los partidos contra América y Cruz Azul, que vienen en las Jornadas 4 y 5, por ejemplo, algo tendrá que hacerse para sumar puntos, a toda costa, ante Lobos BUAP y Necaxa en la 6 y 7, o ante Morelia, Puebla, Santos Laguna  y Querétaro en las 10, 11, 13, 14 y 15, respectivamente…

Lo que en esos partidos se consiga debe bastar para tomarle la palabra al Veracruz, que, en los hechos, parece predestinado al descenso.

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La segunda etapa, la del rescate, en la siguiente temporada, tendría que partir de una reestructuración integral del plantel, por los indicios de que el actual no funciona; no es competitivo.

Las dudas empiezan en el marco, siguen en el cuadro bajo, pasan por el medio campo y concluyen en la delantera. Salvo dos o tres jugadores —los habituales asistentes a los partidos pueden vislumbrar sus nombres...—, medianamente capacitados para fungir como complemento, la calidad de lo que hay en existencia es muy limitada. Y con la presión derivada de los resultados (que son malos… y probablemente tienden a empeorar)… más limitada todavía.

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