Miércoles, 24 de Abril 2024

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-Debates chabacanos

Por: Jaime García Elías

-Debates chabacanos

-Debates chabacanos

Antes del debate –del tercero de la serie— las autoridades electorales hicieron a Los Cuatro Fantásticos –como los llamó algún maestro del sarcasmo—, un llamado para “elevar el nivel” de la que supuestamente debería de ser una contienda dialéctica… pero se había limitado a ser, en las dos ediciones precedentes, una versión más o menos incruenta de las campales, a dos de tres caídas –con límite de tiempo, eso sí—, de las arenas de barrio, entre “colosos del pancracio”.

Durante el debate, la atención de “el respetable”, disperso por todos los confines del país, se centró menos en las propuestas –escasas, poco imaginativas, exentas de originalidad, muy probablemente irrealizables…— que en los ataques. La agresividad verbal de los contendientes y la habilidad de los destinatarios de los mandobles para eludirlos, fueron, como de costumbre, la nota dominante.

Después del debate…

-II-

Se impone insistir en que la modalidad que se instauró a partir de la contienda electoral previa a las elecciones de 1994 (con Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas como los candidatos con talla de verdaderos aspirantes), estuvo inspirada en sus orígenes por la buena intención de que el ejercicio fuera de utilidad para los ciudadanos.

Pocos son los potenciales electores que se apersonan en los mítines –y muchos de ellos son simples “acarreados”—, y menos aún los que acuden a los de varios candidatos, animados por el buen deseo de ponderar propuestas y hacer comparaciones. La inmensa mayoría de los “spots” que se difunden mediante desplegados, carteles y trípticos  o a través de los medios electrónicos, caen en el vacío. Pocos leen los primeros o escuchan atentamente los segundos. Está demostrado que la saturación de mensajes –uno de los pecados capitales de las campañas a la usanza mexicana— va en detrimento de su eficacia. El potencial receptor, asqueado, se vuelve refractario a las frases hechas, huecas, redundantes: confeccionadas por publicistas profesionales; no salidas del corazón de quienes aspiran a ocupar cargos de elección popular animados por la experiencia y la genuina vocación de servicio.

-III-

Chabacanos, vulgares, groseros, soeces inclusive, alguna utilidad, después de todo, tendrán los debates; habrán aportado un mínimo de elementos, si no de conocimiento sobre la materia de que están hechos los aspirantes a gobernar –de su preparación, de su talante…—, sí, al menos, de algún detalle capaz de inclinar a su favor la simpatía de los votantes.

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