Jueves, 18 de Abril 2024

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* Cardozo

Por: Jaime García Elías

* Cardozo

* Cardozo

Si los dirigentes del Guadalajara  sorprendieron a la selecta y distinguida concurrencia con el pastel en que apareció José Saturnino Cardozo como muñeco del mismo, apenas unas horas después de que Matías Almeyda, el lunes, y Francisco Gabriel de Anda, ayer mismo, se despidieran públicamente de los cargos que ocupaban en la institución, fue, obviamente, porque ya lo tenían cocinado; porque todo lo sucedido desde hace una semana, por lo menos, fue mera coreografía, decoración de circunstancias, valores entendidos… aunque sus protagonistas —Almeyda, De Anda y los medios que propiciaron que el tema robara cámara al Mundial que mañana se pone en marcha— lo tomaron absolutamente en serio… Como corresponde, además, puesto que iba su prestigio —y, en cierto modo, su carrera— de por medio.

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La designación de Cardozo resulta sorpresiva, por decir lo menos. Tan sorpresiva como fueron, en su momento, las de John Van’t Schip, Juan Carlos Ortega, Francisco Ramírez, Raúl Arias, Ignacio Ambriz o Ricardo La Volpe, por recordar algunos de los nombres de técnicos —sin contar los interinos— que han pasado por el puente de mando del equipo más popular de México… sin dejar huella en su historial.

No es el suyo, por donde se le busque, a partir de sus antecedentes, el perfil que se antojaría idóneo para las “Chivas”. Aunque tuvo un debut promisorio como timonel del Querétaro —clasificó a la “Liguilla”… y ya en ella eliminó al Guadalajara— sus números con Toluca (tres temporadas), Jaguares, Puebla y Veracruz arrojan saldos negativos y parecen etiquetarlo más como “bombero” que como entrenador.

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Es posible que, precisamente por ello, los dirigentes del Guadalajara hayan puesto en él sus complacencias, dadas las difíciles circunstancias presentes: cuando, de entrada, los antecedentes inmediatos hablan de dos torneos en que no se consiguió clasificar a la “Liguilla” y uno en que no se ganó un solo partido como local; cuando, después, se tiene un plantel debilitado por las bajas de Cota, Alanís y Pizarro —a cambio de ninguna contratación de peso específico similar—, desmoralizado por las crisis que se han presentado (los premios adeudados por la directiva, la evidente falta de solidez financiera, el catastrófico manejo del “affaire Almeyda”…), y con sus legiones de simpatizantes más contrariadas —y dispuestas a demostrarlo en cuanto les den oportunidad— que esperanzadas en que los que están por venir sean tiempos de Chivas Gordas.

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