Pues sí: comenzó la fiesta… aunque no vaya a ser para todos.Un Mundial de futbol, en efecto, reparte equitativamente alegrías y amarguras. En el caso del que ayer se puso en marcha, en Moscú, unas y otras comenzaron con bastante antelación: desde las eliminatorias, de hecho. De las primeras, las que tuvieron los aficionados de países como Perú, que regresa a una Copa del Mundo después de una larga ausencia, o Panamá, que consiguió el boleto por primera vez. De las segundas, el desencanto que cundió en Italia (dos veces campeona mundial), Holanda (tres veces finalista) y Chile (reputada como la mejor Selección del continente americano) cuando sus selecciones, que supuestamente llegarían a Rusia entre las favoritas, se quedaron en el camino.*En un Mundial de futbol no faltan sorpresas agradables, como las de países que sorprenden gratamente y se ganan el calificativo de “equipos Cenicienta”…, ni frustraciones tan dolorosas como la que vivieron los aficionados brasileños hace cuatro años: cuando la vida parecía haberles dado la revancha, la dorada oportunidad de olvidar la pesadilla del doloroso “Maracanazo” de 1950 (2-1 adverso en la Final ante Uruguay), vino el catastrófico “Mineirazo” de 2014 (7-1 adverso en Semifinales ante Alemania).*El asunto, para los aficionados mexicanos, se centra en el anhelo de que el “Tri” pudiera ser, esta vez, uno de los “equipos Cenicienta”…Integrado mayoritariamente por jugadores que militan en clubes de varias de las mejores ligas europeas —aunque ninguno de ellos, en lo individual, esté clasificado como “crack” ni incluido entre las primadonnas del deporte— y dirigido por un técnico colombiano que obtuvo nota sobresaliente en la eliminatoria a fuerza de confinar en el cesto de la basura —desoyendo el clamor de los “expertos”— el librito de la ortodoxia en los métodos (métodos que no probaron su eficacia cuando técnicos mexicanos lo aplicaron al pie de la letra en procesos anteriores), el “Tri” dependerá primordialmente, en términos de lógica, de los resultados que pueda conseguir en los partidos ante Corea del Sur y Suecia, habida cuenta de que el primero, ante Alemania, se da por perdido… Y no precisamente por complejo de inferioridad, sino por la conciencia de que hay un abismo entre los buenos deseos de los actores de relleno en un Mundial, y la capacidad demostrada por el campeón que precisamente contra México estrenará el título conseguido hace cuatro años.
