Jueves, 18 de Abril 2024

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- “Te…jones”

Por: Jaime García Elías

- “Te…jones”

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El tema del transporte público en la Zona Metropolitana de Guadalajara cobra cierta relevancia cuando los concesionarios solicitan (y/o la autoridad concede) incremento en las tarifas. Menos, no… Si ahora, sin ese pretexto, el asunto salta a la palestra, es porque el sentido común indica que la gradual reactivación de las actividades económicas, aun en medio de la pandemia del COVID-19, implica el riesgo de que los contagios se incrementen, porque para cientos de miles de personas que tienen que desplazarse en camión para realizar sus actividades profesionales, la cacareada “sana distancia”, vía de regla, es materialmente imposible.

-II-

Más allá de la mera percepción de que el transporte público, en Guadalajara y anexas, mal puede considerarse digno cuando, de entrada, es ostensiblemente insuficiente, está el dato difundido por el INEGI (EL INFORMADOR, VI-30-20): hay cinco mil 580 camiones urbanos en Jalisco. El promedio es de 68 unidades por cada cien mil habitantes; o sea que, en números redondos, 147 mil pasajeros abordan diariamente cada unidad. Y no precisamente por masoquismo -perversión consistente en encontrar placer en la humillación o el sufrimiento-, sino por imperiosa necesidad.

Si para los automovilistas es un suplicio que calles y avenidas - “vialidades”, dizque-, por lapsos prolongados se limiten a ser estacionamientos de vehículos con los motores encendidos, para los usuarios del transporte público, los traslados cotidianos de casa al trabajo y viceversa, son una tortura.

-III-

En la nota de referencia, Francisco Jiménez Reynoso, investigador de la Universidad de Guadalajara, señala una obviedad: “Entre menos unidades, más ganancias” para los transportistas. La cacareada dignidad del servicio, la comodidad y aun la salud de los usuarios, los tiene sin cuidado. A ellos, sus timbres… Sí debiera serlo, en cambio, para la autoridad que concesiona a particulares la que originariamente debería de ser atribución o responsabilidad suya.

Agrega el investigador que “cada ruta necesita una investigación para duplicar, triplicar y cuadruplicar sus unidades, con el fin de que los usuarios no vayan como sardinas”, y tengan el mínimo de condiciones recomendables para su salud.

Pero como está visto que ni los concesionarios están dispuestos a sacrificar sus utilidades, ni las autoridades a asumir plenamente su responsabilidad, exigiendo que aquéllos den a los ciudadanos el servicio digno que merecen -y, en el caso, requieren-, el penoso desenlace de la película puede responderse con un planteamiento de crucigrama: “Mamífero carnicero con cuyo pelo se fabrican brochas y pinceles; pl.; (siete letras)”.

(Respuesta: “Te…jones”).

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