Jueves, 25 de Abril 2024

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- Saber perder

Por: Jaime García Elías

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Quizá no tuvo la malévola intención de darle a nadie una dosis de su propia medicina, pero el incidente ya consta en actas: mientras el abanderado de la nunca bien ponderada “Cuarta Transformación” declaraba urbi et orbi que las elecciones del domingo antepasado habían sido “libres y limpias”, el candidato de su partido a la presidencia municipal de Guadalajara se permitió declarar que él tenía “otros datos”; que la contienda supuestamente democrática en que él participó, en realidad fue una “elección de estado”…

-II-
El concepto, conforme al Código de Derecho Canónico, alude a “el derecho del fiel a decidir libremente la condición de clérigo, laico, casado, consagrado o célibe (…) dentro de la Iglesia”.

En el ámbito político, por “elección de estado” se entiende un proceso adulterado, amañado, contaminado, desvirtuado o corrompido por obra y (des)gracia de la intervención, fraudulenta y dolosa, del aparato gubernamental, para favorecer a un candidato o a un partido.

En México, antes de que se creara el IFE (después INE) para poner esos procesos en manos de los ciudadanos, las triquiñuelas mediante las cuales se manipulaban los resultados de las elecciones, siempre a favor del partido oficial, andaban a la mitad del camino entre la picardía y la delincuencia impune. Se editaron varios abigarrados catálogos de las trapacerías más comunes: desde los ciudadanos que tenían varias credenciales de elector y las usaban precisamente para votar, hasta los robos de urnas en las casillas en que era ostensible la simpatía de los ciudadanos hacia la oposición (o la antipatía hacia los gobernantes), la burda alteración de cómputos y la igualmente burda falsificación de actas, pasando por “el ratón loco”, “las urnas embarazadas”, “los muertos que votaban” y cien artimañas más.

-III-
Las recientes elecciones en México, según las propias autoridades electorales, fueron limpias, y los resultados válidos…, a pesar de que el propio abanderado de la 4T, -autoproclamado “garante de la democracia”-, mediante sus “rollos” cotidianos, intentó influir en la equidad de la contienda entre los partidos políticos.

Las probables impugnaciones del partido que postuló al aspirante reacio a aceptar el resultado del proceso, se basarían en “errores sistemáticos en el conteo” -necesariamente imputables a quienes cuentan los votos; es decir, los ciudadanos-, supuestamente para favorecer al candidato ya reconocido como ganador.

Se trataría, pues, de un caso más del contendiente que ni sabe ganar… ni sabe perder.

Colofón: Nada nuevo bajo el Sol, al fin del cuento.

jagelias@gmail.com
 

Temas

  • Cuarta transformación
  • INE - Instituto Nacional Electoral
  • Morena - Partido político

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