Viernes, 29 de Marzo 2024
Ideas |

- Recortes

Por: Jaime García Elías

- Recortes

- Recortes

Cuando López Obrador era candidato, muchas de sus propuestas de campaña fueron descalificadas de un plumazo por sus antagonistas y sus críticos: bastaba y sobraba con tildarlas de “ocurrencias”. Ahora que el personaje es Presidente electo, y en la etapa de transición da los primeros pasos orientados a hacer efectivas aquellas inquietudes, los analistas ponderan la pertinencia de las mismas. De entrada, si serán factibles; si basta con la voluntad del Primer Mandatario para materializarlas; si no están supeditadas, como dijera Vicente Fox en su discurso de toma de posesión, hace casi 18 años, a que “el Presidente propone… pero el Congreso dispone”; y después, si es previsible que tales “ocurrencias” den los saludables resultados deseables.

-II-

El anuncio de que una de las primeras medidas de su Gobierno consistiría en someter a un drástico régimen de adelgazamiento al aparato burocrático, fue aplaudida por el grueso de la población. La disposición de recortar los salarios de la alta burocracia, por lo consiguiente… Para el ciudadano común, el personal encargado de la administración es excesivo, porque no se limita al necesario para ser eficiente: se acrecienta de manera monstruosa por las personas a las que se incluye en la nómina por amiguismo, nepotismo o pago de favores; no por capacidad, ni por méritos, ni porque sus servicios sean de poca, regular o mucha utilidad. Para el mismo ciudadano común, porque, como dijera la escritora Elena Poniatowska (“El País”, Madrid, VII-19-18), el PRI hecho gobierno “traicionó a los más pobres y llenó de riquezas y privilegios a la clase en el poder; (…) empobreció a los más pobres e hizo millonarios a los corruptos”. López Obrador, así, estaría reeditando historias como las de Robin Hood o su epígono mexicano Chucho el Roto: reivindicaría a los pobres, a expensas de los ricos; saldaría -en cierta medida, al menos- añejos agravios, pues.

-III-

Sin embargo, subsisten varias dudas. Una, si las indemnizaciones que deban entregarse a los burócratas despedidos y los litigios que de dichos despidos pudieran desprenderse, no harán -como ya ha ocurrido a nivel municipal en Guadalajara, sin ir más lejos- que salga más caro el caldo que las albóndigas. Dos, el costo social (delincuencial incluso) que pudiera tener el consiguiente desempleo. Y tres, si los ahorros que por esa vía se consigan, permitirán, en efecto, los nobles programas sociales -tildados, en su momento, de “paternalistas”- anunciados en el curso de las campañas.

Colofón: “del dicho al hecho…”.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones