La cabeza de la nota, en varios medios de la prensa nacional, lleva el tono del clásico “Roma locuta, causa finita” (Roma ha hablado, el caso está cerrado): “Matanza del 2 de octubre, crimen de Estado”. Alude, por si fuera menester puntualizarlo, a la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en la Unidad Nonoalco Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968; es decir, hace casi 50 años.La fuente de la nota es un organismo gubernamental: la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV). La consecuencia de la declaración –algo que las entidades encargadas de la administración de la justicia negaron sistemáticamente durante medio siglo, a contrapelo del clamor generalizado de los familiares de las víctimas y de los organismos de la sociedad civil que hicieron causa común con ellos– será la posibilidad de los presuntos afectados por aquellos episodios promuevan los correspondientes procesos de “reparación de daños”.-II-Si, según la resolución de la CEAV, “el Estado usó la represión” y “empleó francotiradores para crear caos y terror”, habría que dar seguimiento a las secuelas previsibles: las demandas que se promuevan, las que prosperen, el monto de las indemnizaciones y las partidas presupuestales de las que salgan esos recursos; constatar la utilidad práctica de acciones simbólicas como la decisión de construir el “Monumento a la Ausencia” en las instalaciones de la UNAM…En todo caso, puesto que de crímenes se habla; puesto que en los crímenes hay víctimas; puesto que entre los expedientes judiciales, los documentos periodísticos y las denuncias de desaparecidos de los que no volvió a saberse, se asegura que aquella jornada sangrienta dejó un saldo de alrededor de 400 estudiantes asesinados; puesto que la mayoría de los funcionarios gubernamentales que eventualmente tomaron la decisión de implementar aquel operativo trágico y las encargadas de ejecutarlo ya fenecieron, y puesto que, en todo caso, los delitos que se perpetraron ya prescribieron, se impone concluir que tales delitos quedaron impunes… Que la justicia, al final del cuento, salió bailada.-III-Lo cual remite, por enésima vez, a la anécdota de Don Lorenzo Martínez Negrete –eminente jurista jalisciense– cuando, en su cátedra de Derecho Civil, preguntó a un estudiante:–¿Qué es justicia…?Perplejo porque la pregunta no estaba en el temario, el estudiante clavó la mirada en las vigas del techo del aula.–Excelente respuesta –dijo Don Lorenzo–: búsquela allá arriba, porque acá abajo nunca la va a encontrar.