Miércoles, 15 de Octubre 2025
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- Palos de ciego

Por: Jaime García Elías

- Palos de ciego

- Palos de ciego

Dos preguntas… Una: ¿por qué, a raíz del fallecimiento de una estudiante de la Universidad de Guadalajara (UdeG), atropellada por un autobús urbano, el lunes, las autoridades tomaron medidas, de inmediato, para tratar de evitar que episodios similares se repitan -en la misma zona, al menos-, y, en cambio, nada hicieron tras las decenas de percances análogos ocurridos este mismo año en la Zona Metropolitana de Guadalajara? Y dos: ¿cabe esperar, razonablemente, que esas medidas redunden en la reducción, en esta ciudad de todos nuestros pecados, de los accidentes fatales en que participan unidades del transporte público?

Posibles respuestas (salvo la mejor opinión del lector amable)… Las autoridades, en el caso, reaccionaron de inmediato -“ipso facto y pepso-dent”, dijo el pariente- porque la UdeG dispone de los medios adecuados para hacerse escuchar cuando emite una protesta pública, ya sea por el alza en las tarifas, por una desgracia como la que se comenta, etc.; los deudos y conocidos de la generalidad de las víctimas, en cambio, al no disponer de una caja de resonancia que les permita hacerse escuchar, quedan condenados a rumiar su dolor y tragarse sus lágrimas en silencio. (Como dice la canción, “Hay muertos que no hacen ruido, Llorona, y es más grande su penar…”). Y en cuanto a la utilidad práctica de las medidas, lo más probable -al tiempo…- es que no repercuta en una disminución significativa de esos percances y de sus mortales consecuencias.

-II-

En caliente, las autoridades de la Secretaría de Movilidad dispusieron: a) el retiro de las concesiones subrogadas a la Ruta 275-F, a la que corresponde la unidad involucrada en el suceso; b) el retiro de varias unidades, “porque no cumplían con las condiciones adecuadas”; c) eventualmente -si se le considera culpable del percance-, la cancelación de la licencia al conductor de la unidad. Además, se comprometieron a atender, en dos semanas, todas las exigencias de los estudiantes, secundadas por la propia Universidad; entre ellas, la instalación de semáforos peatonales y auditivos, el apoyo permanente de personal de la dependencia en los cruces conflictivos a las horas pico, etc.

-III-

Independientemente de la celeridad de la reacción, es de temerse que el transporte público, en lo general, siga operando en el marco de la anarquía (por definición, “desorden, confusión, por ausencia o flaqueza de la autoridad”) que es pública y notoria… y que las “medidas drásticas” anunciadas no pasen de ser los consabidos palos de ciego.

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