Viernes, 29 de Marzo 2024
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- Matar pulgas

Por: Jaime García Elías

- Matar pulgas

- Matar pulgas

Cambian los tiempos, cambian las costumbres….

-II-

Los Informes de Gobierno, por ejemplo. José López Portillo y Miguel de la Madrid -más el primero que el segundo- fueron, quizá, los últimos presidentes que experimentaron, a plenitud, la atmósfera reverencial, más monárquica que republicana, de aquellos primero de septiembre en que se reeditaba una ceremonia que podía resumirse en tres actos: primero, el desfile, en el Lincoln convertible (del que se decía que aún traía la gasolina con que salió de la agencia, porque sólo se usaba para el traslado del Presidente desde la residencia oficial de Los Pinos -reconvertida en museo por López Obrador- al “recinto legislativo” de San Lázaro); segundo, la maratónica lectura del Informe, en un acto que el pueblo necio y díscolo de entonces -no el “sabio y bueno” de ahora- denominaba, despectivamente, “La Danza de los Millones”; tercero, el “besamanos” en Palacio Nacional, al que se prestaban miles de serviles cortesanos, pero en el que no se daba cabida al peladaje. Y el epílogo, desde luego: los comentarios que se desplegaban ampliamente en todos los medios -los impresos, principalmente; las redes sociales no existían aún- al día siguiente, y que concordaban, en general, en dos epítetos tan rotundos como ambiguos: “patriota” y “realista”.

-III-

En ocasión del sexto Informe de De la Madrid, Porfirio Muñoz Ledo -actual presidente de la Cámara de Diputados-, a la sazón crítico del Gobierno, inauguró la era de las interpelaciones, al aludir estentóreamente al supuesto fraude en las elecciones que llevarían a Carlos Salinas a la Presidencia. En los informes de Salinas, las interpelaciones -con el entonces diputado Vicente Fox como protagonista- se institucionalizaron… aunque las transmisiones radiales y televisivas fueron sordas y ciegas para esos efectos: el Presidente, muy en su papel, leía su discurso como si nada extraordinario estuviera ocurriendo a su alrededor. Fox, en 2006, fue el primer Presidente que, contra su voluntad, no pudo entrar a San Lázaro a leer el tradicional mensaje, y se limitó a entregar a “la representación popular”, en la antesala del “recinto legislativo”, el traído y llevado mamotreto (por definición, “libro, legajo o cualquier cosa [sic] muy voluminosa”).

Colofón: cambian los tiempos, cambian las costumbres; cambian, por tanto, las maneras de presentar informes presidenciales. Poco cambian, en cambio, las reacciones ciudadanas -de indiferencia o menosprecio, principalmente-… como  poco o nada ha cambiado, en lo esencial, en el curso de la historia, la manera de matar pulgas.

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