A casi una semana del “destape”, aún no surge la primera señal de que el candidato (no priista) del PRI a la Presidencia de la República para las elecciones del año próximo, crezca como tal.José Antonio Meade, hasta donde alcanza a percibirse, aún no dispara ninguna frase que los ecos repitan; aún no suelta ninguna idea que seduzca a quienes decidirán, mediante sus votos, los destinos del país para los próximos seis años; aún no impacta a la opinión pública que lo vio surgir de la chistera del Presidente Peña Nieto (como escribió Trinidad Sánchez Santos en “El País” –uno de los más combativos periódicos mexicanos de entonces—, hace más de cien años, cuando Madero se sacó de la manga la candidatura de Pino Suárez a la Vicepresidencia): “Acaba de salir, rojo e implume, como una fresa, de un cascarón de canario”… empollado, en el caso, por Don Enrique.En suma: el que sería, conforme a la tradición, el aspirante más viable a ser gobernante, aún no conecta con quienes serían sus gobernados.*Podrá decirse que es prematuro pretender que así fuera; que ni Roma se hizo en un día, ni una candidatura se construye en una semana…Así y todo, el ciudadano común habría esperado de su primer discurso ya como candidato –el de ayer, tras registrarse como “precandidato”, a sabiendas de que el siguiente paso es carambola hecha—, algo que interrumpiera los bostezos característicos de un domingo al mediodía. Oírlo decir que “no hay que demoler y edificar de nuevo al país cada seis años” o que hay que privilegiar “el espíritu de servicio sobre el hambre de poder” de los aspirantes a ocupar cargos públicos prominentes, suena a variante del discurso de Francisco Labastida en la campaña en que se convirtió en el primer candidato del PRI que perdía una elección presidencial en siete décadas.*Los principales conceptos de sus primeras entrevistas –la publicada ayer en El País, de Madrid, por ejemplo— tampoco incorporan aire fresco a las “precampañas”…Su aseveración de que el primer paso consiste en “hacer un balance de dónde estamos bien y dónde mal, para sentarnos a corregir los errores con ideas nuevas”; que, en el tema de la inseguridad, “tenemos que asegurar que podamos salir seguros (sic) a la calle, y que quien violente la ley pagará las consecuencias”; que urge “mejorar la economía familiar, la seguridad y la justicia” y que “no podemos ser un país donde ésta (la justicia) depende de quién eres, dónde naces o cuánto ganas”, es –valga la analogía— como volver a ver “El Profe”, de “Cantinflas”, en la televisión. Así de impactante.