Viernes, 29 de Marzo 2024
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- Civismo

Por: Jaime García Elías

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De los libros suele decirse que “no los hay tan buenos que no tengan algo de malo... ni tan malos que no tengan algo de bueno”.

Es probable que la última parte del aserto aplique, con cinco centavos de buena voluntad, aun a calamidades públicas como la pandemia de covid-19 que ha puesto de espaldas contra las cuerdas a prácticamente toda la humanidad...

Además de haber propiciado que los científicos de todo el mundo sumaran voluntades e intercambiaran conocimientos al efecto de enfrentar perentoriamente el desafío que representaba la intempestiva aparición del virus, otro de sus beneficios, intangible pero significativo, ha sido el estímulo de la peculiar coyuntura a favor... del civismo.

-II-

Definido como “Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”, el Civismo, como materia escolar en tiempos de María Canica, es uno de tantos rubros que -como la “fruta de horno” que vendían a la salida de misa afuera de las iglesias- los hoy abuelos añoran. Que la gente fuera atenta, respetuosa, cortés y servicial, y que a los niños se inculcaran en la casa y en las aulas esas conductas, era, a cambio de las indudables bondades de la modernidad y la tecnología, suficiente motivo para sostener -como escribió Jorge Manrique- que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.

Felizmente, el riesgo de que los centros de reunión -escuelas, cines, teatros, estadios, autobuses urbanos...- se conviertan en focos de propagación del virus, ha obligado a las autoridades (sanitarias, eclesiásticas, civiles...) a tomar medidas para reducir los contagios. “Dolorosas pero necesarias” -valga el lugar común- por cuanto implican restricciones y eventualmente se antojan autoritarias, al fin del cuento dichas medidas han sido entendidas y aceptadas por el común de la población.

-III-

Pruebas de ello, la disciplina -salvo lamentables excepciones- con que se han acatado las restricciones para el ingreso a espacios en que el hacinamiento de personas pudieran incrementar los contagios, o la reprobación generalizada a conductas irresponsables como la “fiesta en el aire” que organizaron los pasajeros de un vuelo privado de Montreal a Cancún, en que se violaron sistemáticamente los protocolos sanitarios que el común de los mortales ha incorporado a sus hábitos, en el entendido de que “la verdadera libertad -decía Jaime Balmes- consiste en ser esclavos de las leyes”... o que “la libertad no consiste en hacer lo que se quiere -decía Ramón de Campoamor- sino en hacer lo que se debe”.

Y eso, precisamente, es civismo.

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