Sábado, 04 de Mayo 2024

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- Año perdido

Por: Jaime García Elías

- Año perdido

- Año perdido

Pues sí: los avances tecnológicos permiten lo hasta hace poco impensable: que si una pandemia obligaba al confinamiento y a reducir al mínimo la interacción con otras personas, fuera posible lo que sucede en todo el país y quizás en todo el mundo: que los estudiantes, desde casa, prosigan sus estudios, reduciendo prácticamente a cero el riesgo de contagio con sus maestros y condiscípulos.

Habrá, incluso, quien augure que la modalidad virtual, adoptada para la educación desde que el COVID-19 encendió las alarmas en todo el planeta –y  que probablemente habían anticipado los grandes maestros de la ciencia ficción, desde Julio Verne (“Un Viaje a la Luna”) hasta Aldous Huxley (“Un Mundo Feliz”) y George Orwell (“1984”)—, llegó para quedarse; que, por las ventajas que ofrece, más allá de sus bondades higiénicas, así será la educación del futuro...

-II

Por favor: toquemos madera...

Desde luego, es de celebrarse que se disponga de herramientas que facilitan enormemente la comunicación y permiten, en efecto, realizar actividades –lúdicas, laborales, financieras,  educativas...— desde la comodidad (y la teórica seguridad sanitaria) del hogar. Sin embargo, sin dejar de ponderar la nobleza del recurso, cabe considerar los conceptos de Gilberto Guevara Niebla (“Milenio”, VIII-19-20).

El veterano profesor de secundaria, preparatoria y educación superior y funcionario de la Secretaría de Educación Pública, repara en que la educación “está pasando por una etapa histórica de desprestigio y poco aprecio”. Ese sería el marco histórico de la contingencia por la que las escuelas han dejado de funcionar como tales y probablemente sigan así el resto del ciclo escolar. La principal consecuencia, empero, va más allá de la transmisión de habilidades y conocimientos que aportan las escuelas: “También está el vacío ético, moral, de formación del carácter y de formación del ciudadano: un  elemento que nos interesa enormemente en virtud de la situación (...) de violencia, de desagregación social, de crisis moral de la sociedad mexicana”.

-III-

Guevara Niebla sostiene que “jamás la familia o el ámbito del hogar va a sustituir a la escuela”, porque ésta “es el espacio social donde (los niños) aprenden a vivir en sociedad”. Y pone el dedo en la llaga: independientemente de las repercusiones económicas y sanitarias de la pandemia, “es la crisis social más grave que hemos enfrentado en la historia moderna de México, después de la Revolución”.

Quizás un año perdido en la vida de un adulto sea recuperable; un año perdido en la educación de un niño, difícilmente...
 

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