Las ofertas de autos usados pueden parecer irresistibles: modelos populares, buen rendimiento y precios accesibles. Sin embargo, al revisar el odómetro y notar un kilometraje elevado, surgen dudas razonables sobre el estado del vehículo y los costos que podría implicar su mantenimiento a corto plazo.Un kilometraje alto suele ser sinónimo de desgaste. El motor, la transmisión, la suspensión y otros componentes clave ya han recorrido muchos kilómetros, lo que incrementa la posibilidad de fallos. A esto se suma la incertidumbre sobre el cuidado que le dio el dueño anterior; si fue negligente, podrías enfrentarte a reparaciones costosas e inmediatas.Otro aspecto a considerar es la utilidad que buscas en el auto. La tecnología automotriz avanza rápidamente, por lo que un modelo con varios años encima podría no cumplir con tus expectativas actuales. Además, si planeas conservar el vehículo a largo plazo, tal vez no sea la mejor opción debido a su desgaste acumulado.A pesar de los riesgos, también existen ventajas. El principal atractivo es el precio: adquirir un auto con kilometraje elevado representa un ahorro inicial significativo. Además, su depreciación será más lenta, lo que significa que perderá valor con menor rapidez que un auto nuevo. Si el vehículo cuenta con un historial de mantenimiento claro y un modelo reconocido por su durabilidad, puede resultar una compra inteligente.En definitiva, adquirir un auto con alto kilometraje no es necesariamente una mala decisión. Todo dependerá del presupuesto disponible, el análisis del estado del vehículo, y el uso que se le dará. Con información suficiente y una revisión técnica adecuada, esta opción podría convertirse en una inversión funcional y rentable.SV