En los últimos años, la tendencia de convertir nuestros hogares en auténticas “junglas urbanas” a través de colocar muchas plantas dentro de cada espacio, cada vez ha ganado más fuerza: colgadores repletos de helechos, estanterías llenas de suculentas y rincones iluminados por imponentes monstera. Pero más allá de la estética y de la moda en redes sociales, la psicología nos muestra que el gusto por rodearse de plantas revela mucho sobre nuestra personalidad, nuestras necesidades emocionales y nuestra forma de relacionarnos con el entorno.En términos de bienestar mental, el cuidado de las plantas contribuye a aliviar la ansiedad, brinda un sentido de propósito y facilita una conexión directa con la naturaleza en medio de ciudades cada vez más alejadas de ese entorno, por ello, las plantas se perciben como aliadas que proporcionan serenidad, equilibrio y un apoyo emocional reconfortante.Marjolein Elings, de la Universidad de Wageningen, comprobó que la jardinería no solo aporta paz y sosiego, sino que también favorece la calidad de las relaciones sociales y promueve la autoaceptación, en quienes han sufrido el síndrome de agotamiento, esta actividad se ha revelado eficaz para la recuperación, ayudando a disminuir la presión arterial e impulsando la inclusión en su entorno.Por otro lado, el Centro de Psicología y Salud Mental ADIPA México subraya que el simple hecho de cuidar una planta activa la atención plena del cuidador, invitándolo a centrarse en el aquí y ahora. Según este organismo, labores como la jardinería doméstica confieren un propósito claro: desde sembrar la semilla hasta contemplar su desarrollo, cada etapa genera orgullo y refuerza el vínculo con la naturaleza.De igual modo, el organismo señala que el cuidado de plantas funciona como una vía terapéutica para quienes han enfrentado traumas, enfermedades o duelos, pues el acto de tener vegetación en el hogar facilita la reconexión con el entorno y ofrece alivio al atender y presenciar el crecimiento de un ser vivo. NA