El desinterés o rechazo hacia los perros ha sido motivo de discusión tanto en el ámbito psicológico como en el social. Quienes no sienten afinidad por estos animales a menudo son catalogados como fríos, insensibles o incluso crueles, lo cual resulta injusto. La realidad es que no amar a los perros no convierte a nadie en una mala persona, esta actitud simplemente refleja la diversidad de pensamientos y experiencias que caracterizan al ser humano. Mientras no se incurra en maltrato, esta postura debe entenderse como una manifestación legítima de la individualidad. Aunque para muchos los perros son considerados parte de la familia, no todas las personas comparten ese vínculo afectivo. Existen varias razones, generalmente razonables y personales, por las que algunas personas prefieren mantener distancia: Algunas personas experimentan un temor irracional hacia los perros que puede desencadenar ansiedad intensa o ataques de pánico. Esta fobia suele originarse tras una experiencia traumática, como haber sido atacado o mordido por un perro en el pasado.El rechazo puede estar ligado a vivencias desagradables con perros, como enfrentamientos con animales agresivos. Aunque no se llegue al punto de desarrollar odio, es comprensible que quienes han vivido estos episodios prefieran evitar el contacto con los canes. Muchas personas no crecieron con mascotas y, por tanto, nunca desarrollaron un vínculo afectivo con los perros. Si además fueron influenciadas por mensajes negativos durante la infancia, pueden ver a estos animales con recelo o incomodidad. En algunas culturas, la convivencia estrecha con perros no es habitual ni socialmente promovida. Esto puede generar una percepción distante o incluso desaprobadora, basada en el desconocimiento o en la creencia de que los perros deben vivir en espacios distintos al entorno humano. Algunas personas también expresan que no logran conectar emocionalmente con los perros o comprender su comportamiento, lo que las lleva a evitarlos. Esto no implica maldad, sino simplemente una diferencia de sensibilidad o de experiencia. Es importante distinguir entre no gustar de los perros y ejercer violencia hacia ellos. El maltrato o el odio activo hacia los animales no tiene justificación bajo ninguna circunstancia. Este tipo de comportamiento puede ser indicio de trastornos de personalidad más graves y representa un riesgo tanto para los animales como para la sociedad. En la mayoría de los casos, el rechazo a los perros está motivado por causas comprensibles. Antes de emitir juicios, es valioso intentar comprender las razones detrás de esa actitud. Al final, respetar la diversidad de opiniones y experiencias es fundamental para una convivencia armónica, siempre que se mantenga dentro del marco del respeto y la empatía hacia todos los seres vivos. EE