Viernes, 10 de Mayo 2024
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¿Qué hacer para no despertar con sueño?

Tan importante como la cantidad del sueño es su calidad, y hay varias cosas que se pueden hacer para mejorarla

Por: El Informador

Es necesario dormir sin interrupciones y en la cantidad necesaria según el cansancio que se padece. PIXABAY

Es necesario dormir sin interrupciones y en la cantidad necesaria según el cansancio que se padece. PIXABAY

El sueño reparador es esencial para la buena salud y el bienestar general, pues nos permite encarar el día siguiente de buena manera y ser productivo durante toda la jornada, sin embargo, para muchas personas resulta un "sueño imposible". 

Más allá de patologías como el insomnio, la narcolepsia o el trastorno de piernas inquietas, que requieren la evaluación y el tratamiento de un profesional de la salud, la mala calidad del sueño puede ser causada por factores externos como ruidos, luz o la temperatura ambiental, así como por malos hábitos tales como el consumo de cafeína o alimentos pesados, el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de acostarse e incluso una mala postura o un nivel de estrés tan alto que no permite la relajación.

Es importante conocer que un descanso efectivo depende de cuatro factores: la calidad del sueño, la cantidad de horas que se duerme, la actividad que se hizo durante el día y cuan grande es la "deuda de sueño" que se arrastra tras varios desvelos. 

Así, es necesario dormir sin interrupciones y en la cantidad necesaria según el cansancio que se padece, y aunque esta es una variable individual, la World Sleep Society ha calculado parámetros de cuántas horas debe dormir una persona según su edad:

  • Bebés de 0 a 3 meses: entre 14 y 17 horas al día
  • Bebés de 4 a 11 meses: entre 12 y 15 horas
  • Niños de 1 a 2 años: entre 11 y 14 horas 
  • Niños de 3 a 5 años): entre 10 y 13 horas diarias
  • Niños de 6 a 13 años: entre 9 y 11 horas al día
  • Adolescentes de 14 a 17 años: entre 8 y 10 horas de sueño
  • Jóvenes de 18 a 25 años:  entre 7 y 9 horas.
  • Adultos de 26 a 64 años: entre 7 y 9 horas al día
  • Adultos de más de 65 años: entre 7 y 8 horas

Como regla general, entre más joven se es se necesitan más horas de sueño, pero hay que recordar que cada metabolismo y estilo de vida es diferente y hay personas que pueden despertar radiantes después de menos de siete horas de sueño.

Para conseguir un sueño reparador, hay algunos consejos que pueden resultar útiles:

Establecer una rutina de sueño: Esto es, acostarse y levantarse a la misma hora, incluso en fines de semana. Con el fin de regular el ritmo circadiano y acostumbrarse a una hora apropiada para dormir y abrir los ojos sin necesidad de despertadores.

Crear un ambiente adecuado para dormir: La oscuridad, el silencio y una temperatura templada son aliados del sueño, para conseguirlos cuando no están presentes de manera natural se puede echar mano de cortinas gruesas, antifaces y tapones para los oídos.

Cenar ligero: Los alimentos grasosos o picantes pueden causar malestares estomacales que dificultan conciliar el sueño. Mientras dormimos el sistema digestivo sigue haciendo su función y, por lo tanto, empleando energía que al despertar puede hacernos falta.

No beber café antes de acostarse y en general moderar su consumo durante el día es otro consejo, muy sabido, pero muy difícil de seguir. ¿Y qué hay sobre el alcohol? Aunque tomar bebidas alcohólicas puede provocar somnolencia y por lo tanto ayudar a conciliar el sueño, también empeora su calidad, provocando despertar poco tiempo después de haberse quedado dormido.

No llevar el teléfono a la cama: La luz azul emitida por dispositivos electrónicos interfiere en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, por lo que puede dificultar quedarse dormido, además de las interrupciones que pueden provocar las llamadas inesperadas.

Si el problema es no tener ganas de dormir cuando se sabe que se debe dormir, hacer ejercicio de baja intensidad unas dos horas antes de acostarse puede provocar la necesidad fisiológica de descansar, a la vez que influir en llegar al sueño profundo más rápido.

Por último, es importante gestionar el agobio y la presión. Una ducha, estiramientos, beber una infusión relajante o practicar técnicas como la meditación y el yoga pueden ser de utilidad para dormir bien y despertar mejor.
 

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