Zach Cregger, cineasta responsable de La hora de la desaparición, reveló que la idea para su más reciente éxito cinematográfico nació a partir de una tragedia íntima: la pérdida repentina de su mejor amigo, el también comediante Trevor Moore, quien falleció en un accidente en 2021.En conversación con Rolling Stone, Cregger recordó el momento: “Estaba en la posproducción de Bárbaro cuando mi mejor amigo murió de forma repentina en un terrible accidente”. Este hecho marcaría profundamente su proceso creativo posterior. Aunque la historia en pantalla se aleja de lo real y transcurre en un contexto ficticio, el director confesó: “Es una película autobiográfica en muchos sentidos”.La cinta, que ha ganado notoriedad gracias a las recomendaciones del público, presenta la desaparición de 17 niños durante una noche en un pueblo rural de Pensilvania. Con un elenco conformado por Josh Brolin, Julia Garner, Alden Ehrenreich y Benedict Wong, la película teje una trama de misterio con elementos sobrenaturales, pero en el fondo se sostiene sobre una carga emocional personal.El guion de "La hora de la desaparición" nació en un periodo breve pero intenso. Según contó, lo escribió en tan solo dos semanas, en lo que describió como un “maratón de escritura”. Comenzó con una premisa sin rumbo fijo: “Simplemente, empecé, frase uno: ‘Es una historia real. La mitad de mi ciudad natal, todos estos niños desaparecieron’. Estaba escribiendo esta escena inicial sin saber adónde habían ido los niños. Solo pensé: ‘Está bien, vamos. Veamos si puedo resolverlo. ¿Qué pasó? ¿Quiénes eran? ¿Qué dejaron atrás? ¿Cómo se siente?’”.A medida que el proyecto avanzaba, Cregger sintió que el guion se convertía en algo más íntimo de lo previsto. “Quería hacer algo honesto”, dijo. “Descubrí que, a medida que avanzaba en la escritura y me identificaba más con las personas sobre las que escribía, la historia se transformaba en una especie de diario honesto de mi basura interna”.Aunque la película se adentra en una narrativa fantástica, está profundamente enraizada en una experiencia de pérdida real. Para Cregger, ese vínculo emocional le dio sentido al proyecto, incluso si el público no lo percibe directamente. Su intención no era elaborar una obra sobre el duelo, sino contar una historia auténtica nacida de una herida todavía abierta.BB