Jueves, 25 de Abril 2024

Escribir en la frontera de las identidades

La escritora Cristina Rivera Garza nos habla de la exploración de la identidad de género que hizo con la nueva edición del libro “La cresta de Ilión”, un abordaje desde la desaparición física y cultural de los cuerpos

Por: Jorge Pérez

La escritora comparte con este medio su visión acerca de la identidad de género y los problemas de la mujeres en la actualidad. EL INFORMADOR

La escritora comparte con este medio su visión acerca de la identidad de género y los problemas de la mujeres en la actualidad. EL INFORMADOR

Cristina Rivera Garza presentó una nueva edición de “La cresta de Ilión”, libro que lanzó originalmente en 2002. Bajo el sello de Literatura Random House, esta novela breve pasó por un curioso proceso que la autora nos platicó vía telefónica desde Stanford:

-Tuve la fortuna de trabajar muy de cerca con la traductora al inglés, Sarah Booker. Con ella trabajé una versión actualizada del texto. Hablé con mis editores de Feminist Press sobre la necesidad de añadir algunas cosas: añadí directamente en inglés, pensando en lectores que vienen de ciertas traducciones literarias. Tenía de mucho tiempo sin revisar el texto. La traducción es una de las lecturas más detalladas, eso y la transcripción. Para la versión en español decidimos añadir y traducir del inglés lo que yo había añadido en la edición en inglés. Es el mismo libro de inicios del siglo XXI, pero actualizado y puesto a la fecha, con ese regreso del inglés. La operación dice mucho de mis idas y venidas a través de México y Estados Unidos, de vivir en los dos mundos constantemente y alimentarme de tradiciones literarias de Latinoamérica y de ciertas escrituras experimentales de la Costa Este de Estados Unidos.

-Uno de los temas que toca la novela es el de la identidad: está a lo largo del libro en varios aspectos simbólicos (el médico, las referencias históricas y literarias como Amparo Dávila). ¿Al escribirlo tiene ese peso de manera explícita? Y, ¿qué tanto cambia la identidad con respecto al tiempo?

-Al escribir “La cresta de Ilión” pensaba muchísimo en cuestiones de género, de identidades relacionales, identidades no fijas, que se van transformando de contexto en contexto. A veces están impuestas por otros, defendidas por la subjetividad de cada quien. Ese fue el caldo de cultivo con el que pensé en las transformaciones, en la línea anecdótica de la novela. Una de las cosas que me preocupó mucho a finales del XX y principios del XXI fueron las noticias de los feminicidios, la constante y continua violencia en los cuerpos de las mujeres. Me interesaba la conexión entre la desaparición física y la cultural, de ahí el interés de rescatar la obra de Amparo Dávila. Por desgracia son temas que siguen en la actualidad; por fortuna hay cada vez más interés directo y participación, activismo, contra esa guerra contra el cuerpo de las mujeres.

-Cuando escribió la novela todavía no estaban tan potenciadas esas desapariciones.

-El fenómeno en sí ha explotado, muchas de las cosas que estaban como una pequeña semilla ya forman parte de una conversación más amplia, y más preocupante también. Eran los intereses políticos contextuales de pensar las cuestiones de género en contextos específicos.

-Está la generalización en el espacio también: ya no solo es una región, ya es todo el país.

-No solo en el territorio nacional: creo que es un fenómeno mundial. Me resulta interesante que por décadas mujeres y hombres escritores se resistieron a tener una conversación sobre género. Hemos tenido que enfrentar la necesidad de participar en conversaciones mucho más amplias, concretas y actuales sobre esto. Ya no está ese prurito contra el feminismo, creo que lo pensamos desde múltiples formas: siempre es lo más interesante.

-¿Cómo sitúa esta novela dentro de su obra? Otros de sus libros tienen algunos vínculos, menciones simbólicas como “El mal de la taiga” donde también se habla de la fascinación del mar, muy presente en “La cresta de Ilión”, o en “Nadie me verá llorar” esa metáfora del cuerpo y el árbol.

-Esa liga no la había visto, pero es cierta. Lo que creo, lo que puedo ver desde el punto de vista limitado de autor, es que salté de un relato realista (“Nadie me verá llorar”) al registro de lo fantástico. En esa época estaba leyendo mucho cierta tradición experimental en Estados Unidos. Vivía en San Diego, una cuna de escritores experimentales, un montón que pasaron por allí. “La cresta de Ilión” tiene esa conversación con el corpus literario. Por eso al traducirse al inglés parecía que regresara a su lenguaje original. La escribí en español, por supuesto, pero fue concebida en ese diálogo cercano. Que regrese al español con lo que añadí en inglés creo que representa lo que muchos migrantes hacemos: es una ruta de ida y regreso, oscilación del patrón migratorio.

-También existe la posibilidad de que los libros de un mismo autor dialoguen entre sí, más allá de las relaciones que ya mencioné. Pienso en “La Castañeda” y “Nadie me verá llorar”, libros hermanos se podría decir. “¿La cresta de Ilión” estaría más cercano a alguno, incluso por venir?

-Nunca me había planteado trabajar con lo fantástico, pero es algo que ya no he dejado. Ahí han caminado algunos libros, más dentro de lo onírico, lo fantástico y lo gótico, casi especulativo, esa ficción especulativa. Por otra parte he seguido un trabajo también ligado al documento de investigación histórica. Lo que hago ahora, mi proyecto actual, combina ambas cosas. Es un libro que espero terminar este año. Estoy entrando a la oficina donde espero trabajar en este libro: estaré un semestre en Stanford, estoy muy contenta por eso. Trabajo una exploración histórica, combinando ficción, con el algodón entre la frontera de México y Estados Unidos, Texas y Tamaulipas a comienzos del siglo XX. Es un libro que tendrá toda la fuerza del documento, pero con la experiencia de escribir ficción, el registro de lo fantástico y el horror, además del género detectivesco.

Asiste

Cristina Rivera Garza visitará México para participar en el Festival Internacional de Escritores de San Miguel de Allende (Guanajuato), en el que estará en el panel Voces de Mujeres el próximo 13 de febrero a las 14:00 horas.

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