Viernes, 19 de Abril 2024
Cultura | Adelanto editorial

El regreso de Mario Levrero

Impronta Casa Editora comparte con los lectores de EL INFORMADOR un fragmento de su libro “Noveno Piso”

Por: El Informador

EJEMPLAR. El libro está facturado en tipos móviles. CORTESÍA

EJEMPLAR. El libro está facturado en tipos móviles. CORTESÍA

CAPÍTULO "APUNTES BONAERENSES" / MARIO LEVRERO / IMPRONTA

7.II.88 Anoche descubrí que hay una araña en el cuarto de baño del apartamento que alquilé. La araña es de tipo ventrudo y de patas largas que se van afinando hacia los extremos. Había tejido una red desde un pequeño plafón con dos lamparitas hasta el botiquín con espejo que está sobre el lavatorio. No es una tela prolija, clásica, sino una serie de hilos muy finos, más bien paralelos entre sí aunque con entrecruzamientos y uniones imprevisibles. La vi anoche porque tuve que levantarme para ir al baño, de madrugada; durante el día nunca la había visto. Como el aspecto de la araña era un tanto preocupante, fui a buscar el insecticida en spray, agité el envase como recomiendan las instrucciones y lo destapé; fue entonces cuando la araña realizó el truco que le salvó la vida: trepó por la tela en dirección a la luz, y la vi desaparecer, poco a poco, ante mis ojos, como si se fuera borrando lentamente desde la periferia; las patas se le iban acortando, el cuerpo parecía comprimirse, y luego desapareció del todo con una graciosa voltereta. Quedé un buen rato con el insecticida en la mano y la boca abierta.

Después descubrí que había pasado por un pequeño agujero que hay en el metal del plafón, junto a la pared, una delgada lámina que corre por detrás de las lámparas; el agujero tiene pocos milímetros de diámetro, algo como para pasar un tornillo que sujete el aparato a la pared, y que no había sido utilizado por el instalador. Al pasar primero las patas, la presencia del cuerpo no me permitía ver el agujero, y de ahí la impresión de que se iba borrando. Fue tanto el truco de prestidigitador como la comprensión de su pequeñísimo tamaño real lo que me hizo desistir de usar el insecticida; pero sobre todo creo que fue por el truco.

Esta noche no la encontré. Arrojé trocitos de escarbadientes en la tela para hacerle creer que había caído algún insecto, pero no vino a investigar. Temo que se haya mudado, y que aparezca en algún lugar menos conveniente -como por ejemplo mi cama.

En libros sagrados y filosóficos de distintos lugares y tiempos, suele intentarse la educación de la conducta mediante ejemplos; y en estos ejemplos es frecuente encontrarse con dos personajes que parecen ser siempre los mismos: el Sabio y el Necio (o Tonto). El sabio es previsor, prudente y humilde; el necio es descuidado, imprudente y jactancioso. Después de muchas lecturas de este tipo he ido incorporando a estos personajes como a viejos conocidos, y casi he llegado a visualizarlos: el sabio es sereno, de frente despejada, de mirada profunda y bondadosa con algo de risueño; el necio tiene facciones toscas, ojos desconfiados, un tanto saltones, y sonrisa burlona, sobradora. Están siempre juntos, y uno sin el otro casi puede decirse que no tienen existencia; son como el Gordo y el Flaco. Desde luego, siempre me identifiqué con el sabio, así como suelo identificarme con los buenos de las películas; leo con asentimientos de aprobación sobre las acciones del sabio, mientras espero con regocijo anticipado la entrada en escena del necio. Al necio todo le sale mal, es el que espera que empiece a llover para arreglar el techo, no aprende nunca la lección.

Sin embargo, hace un tiempo comencé a despertar a la cruda realidad y finalmente pude llegar en estos días a una clara formulación desagradable: cuando los libros que tratan de la sabiduría hablan del necio, hablan sin lugar a dudas, de mí. No soy previsor, ni prudente, ni humilde. Compro shorts en verano y pulóveres en invierno. Cuando abro la boca es para decir algo fuera de lugar e incomodar a la gente. Y me identifico con el sabio, en una clara ausencia de humildad. Fue duro reconocerlo, pero es así. Ahora, al leer esos textos, cuando aparece el necio tiene facciones más regulares y su aire ya no es burlón, sino desconcertado. “Pobre tipo”, pienso.

(Fragmento de “Apuntes bonaerenses” de Mario Levrero del libro “Noveno Piso”, de Impronta Casa Editora)

TOMA NOTA
Presentación:
Miércoles 29 de noviembre. 20:30 horas,
Lugar: Impronta Casa Editora, Penitenciaría 414 Col. Americana.
Presentan: Verónica Gerber y Carlos Armenta.
 

Este artículo forma parte del SUPLEMENTO TAPATÍO. Búscalo cada domingo en la edición impresa de EL INFORMADOR o navega la edición hojeable a continuación:

 

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones