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Alfonso Cuarón recibe el León de Oro

El director recoge el máximo galardón de la muestra de cine de venecia por el filme “Roma”; así, por segundo año consecutivo el premio recae en manos de un mexicano

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Alfonso Cuarón recogió ayer el segundo León de Oro de Venecia consecutivo para un cineasta mexicano, por el filme “Roma”, tras el conseguido el año pasado por “The Shape of Water”, de Guillermo del Toro, que además en esta edición presidía el jurado de la competición oficial.

Precisamente su presencia al frente del jurado hacía temer que el León de Oro no fuera a manos de un mexicano, pero al final todos los miembros, entre ellos Naomi Watts y Christoph Waltz, decidieron por unanimidad que el filme de Cuarón era el mejor de la 75 edición de la Mostra.

“Dejen ver si sé pronunciar correctamente el nombre”, bromeó Del Toro al anunciar el premio a Cuarón. Visiblemente emocionado, Cuarón recogió el León de Oro de manos del presidente de la Biennale, Paolo Baratta, y después se acercó a Del Toro, con el que se fundió en un abrazo.

“Este premios y este festival son increíbles”, dijo en italiano el realizador, que agradeció el trabajo de todo el equipo de la película y de Netflix por permitir que se hiciera este filme. Dedicó el premio a Yalitza Aparicio, Marina de Tavira y Nancy García, las protagonistas del filme, “por su valor, su generosidad y el inmenso respeto por las mujeres que interpretaron”.

Agregó: “Por las casualidades de la vida, hoy es el cumpleaños de Libo, el personaje en el que está basado el de Cleo (Aparicio). Es su regalo de cumpleaños”, dijo Cuarón en inglés, antes de pasarse al español: “Te cantaría las mañanitas, pero no voy a ofender los oídos de toda esta gente”.

“A ti, a mi familia y a mi país, México. Los amo”, concluyó con todos los asistentes a la gala en pie.

Este premio reconoce el peso de la cinematografía mexicana, junto a la argentina, la más destacada de Latinoamérica, según dijo en rueda de prensa el día de la inauguración del festival el director de la Mostra, Alberto Barbera.

Quedó demostrado con la selección de la competición oficial, que contaba con dos filmes mexicanos y uno argentino. Y el de Cuarón se llevó el premio gordo.

Para él no es una novedad. “Roma” era el cuarto filme que presentaba en la Mostra y ya con los tres anteriores consiguió premios, aunque de menor entidad que el de este año.

Un filme personal

Quería regresar a México para hacer la película que he soñado”. Así de rotundo se mostró Alfonso Cuarón cuando finalizó el rodaje de “Roma”, en el que narra en blanco y negro la historia de Cleo, la criada indígena de una familia burguesa y aparentemente idílica de la Ciudad de México de inicios de la década de 1970, un personaje basado en la nana que él mismo tuvo y a quien dedica la cinta, Libo. Para el papel de Cleo el cineasta recurrió a Yalitza Aparicio, una profesora que debuta así en el cine, al igual que Nancy García, que hace de la hermana de la niñera.

Así, el León de Oro de la 75 edición de la Mostra reconoce el proyecto más personal de Cuarón y uno de los que más quebraderos de cabeza le ha dado porque además de lo complejo de un rodaje en el que tuvo que recrear cada milímetro los recuerdos de su infancia, el hecho de ser producido por Netflix le alejó de la posibilidad de competir en Cannes.

Su decepción se ha transformado ahora en alegría por el aplauso unánime conseguido en Venecia de la crítica y del público a una película arriesgada que resume todas las claves de su filmografía.

Los tres fantásticos

Con sólo ocho largometrajes en su haber, el cineasta mexicano y sus amigos Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, son los representantes de una cinematografía que en los últimos años ha arrasado en premios.

Los tres han construido sus carreras alternando proyectos más pequeños, rodados normalmente en español, con grandes producciones estadounidenses.

Cuarón fue el primero de los tres en conseguir el Óscar a la mejor dirección, por “Gravity”, en 2014. Luego fue el turno de González Iñárritu, que triunfó con “Birdman” (2015) y “The Revenant” (2016), y cerró el éxito Guillermo del Toro, con “The Shape of Water” (2017).

Si Del Toro escogió la senda de la fantasía y los monstruos, González Iñárritu se decantó por las historias profundas y las reflexiones existencialistas, y Cuarón por la heterogeneidad en unos proyectos con los que ha demostrado que se atreve con cualquier estilo.

Un “obrero” del cine

Aunque en algún momento ha necesitado el empuje de sus amigos, como cuando Del Toro le tildó de arrogante por no atreverse a dirigir un Harry Potter. El resultado fue “Harry Potter and the Prisoner of Azkaban” (2004), la película más oscura de la saga del joven mago y la que más libertades se tomó respecto a las novelas de J.K.Rowling.

Su debut en el largometraje fue con “Solo con tu pareja” (1992), una comedia por la que ganó el premio a mejor guion en los Ariel y con la que Sydney Pollack se fijó en él y le abrió las puertas del cine estadounidense.

Con su siguiente trabajo, “A Little Princess” (1995) ya dio el salto a Hollywood, un lugar que ha definido como una “fábrica de juguetes” en la que “puedes vivir sin rodar ni una sola película, desarrollando proyectos que luego no se realizan”. Con ésta, demostró su maestría en la mezcla de géneros.

Cuarón volvió a México para rodar “Y tu mamá también” (2001), con la que ganó el premio a mejor guion en Venecia, donde sus protagonistas masculinos consiguieron además el Marcello Mastroianni a mejor intérprete joven.

Tras Harry Potter se decidió por un proyecto más personal, aunque dentro del mundo hollywoodiense, “Children of Men” (2006), un drama sobre un mundo distópico que fue muy alabado por la crítica y con el que consiguió tres nominaciones al Óscar.

Y no un Óscar, sino siete, fueron los conseguidos por su siguiente trabajo, “Gravity” (2013), aunque se le escapara el de mejor película para una historia que escribió junto a su hijo Jonás y en la que consiguió un ambiente intimista en medio del espacio.

Después anunció su regreso a México para trabajar y se esperaba una película personal, pero probablemente no tanto como “Roma”, un retrato sentimental de su infancia que le ha llevado a recorrer las casas de sus familiares para recuperar los muebles que habitaron su hogar de Ciudad de México. Un cine delicado y preciosista para quien se considera “un obrero” del cine.

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