Wirikuta: un viaje sagrado, una declaratoria de patrimonio y una disputa eterna
Por sorprendente que parezca, la declaratoria de patrimonio cultural de la humanidad que se dio en días pasados no ha dejado a todos satisfechos. Hay una vieja historia de discordias entre dos de las principales organizaciones que defienden los derechos wixaritari
En febrero de 2012, Salvador Sánchez González, un cantador del poblado de El Cerrito, enclavado en Tutsipa o Kuruxi Manuwe (Tuxpan de Bolaños, Jalisco), había cumplido 90 años en sus andanzas terrenales.
Acudía puntual a su cita de casi 300 kilómetros hasta las alturas de El Quemado (Ranaux+), el altar mayor de este mundo encantado de la cultura wixaritari. Era uno de los momentos más álgidos del conflicto por salvar las montañas de Wirikuta, la tierra oriental en que los habitantes de El Gran Nayar reconocen el origen de lo vivo. La industria minera había puesto sus ojos en aquellas montañas.
El expediente de la declaratoria de “patrimonio de la humanidad” para este periplo sagrado, cada vez más desasosegado, siempre peligroso y bajo el Gobierno desconcertante del azar -la deidad menos reconocida por la humanidad-, avanzaba lento en la UNESCO, empujado por las propias comunidades desde más de una década atrás, con la asesoría de Conservación Humana, una asociación civil con un largo compromiso con la cultura wixárika (huichol) de la Sierra Madre Occidental, una de las tres grandes entidades político-agrarias de las remotas montañas, que comparten de forma milenaria con sus vecinos tepehuanos (o´dam) y coras (náyeris).
Don Salvador tendría hoy 103 años y habría sido testigo del levantamiento de los frutos de la paciencia y el trabajo: la ruta a Wirikuta fue públicamente integrada como un bien cultural en el listado de la agencia de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, el pasado 14 de julio. Pero, no todo fue una gran fiesta. La declaratoria también reabrió viejas discordias.
El viaje se realiza tradicionalmente, ni los eventos históricos más extremos lo han interrumpido desde al menos 50 años. Los peregrinos recorren distancias de 250 a 450 kilómetros, pues pueden partir de sitios tan lejanos como Bancos de Calitique, en Durango, o Guadalupe Ocotán, en Nayarit. La ruta no es una sola, y aglutina una asombrosa variedad de paisajes, biomas y especies, y ha sido puente de contacto entre los moradores de la sierra y los cambiantes ocupantes de las mesetas zacatecana y potosina, donde los descubrimientos de minas de plata y su espectacular auge cambiaron la historia del mundo a partir de los años finales del siglo XVI.
Por sorprendente que parezca, la declaratoria no ha dejado a todos satisfechos. Hay una vieja historia de discordias entre dos de las principales organizaciones que enarbolan los derechos de los wixaritari: la Unión Wixárika de Centros Ceremoniales de Jalisco, Durango y Nayarit AC, y el Consejo Regional Wixárika (el principal protagonista en la defensa legal y social de Wirikuta).
DESCALIFICACIÓN Y RESPUESTA
La primera organización reaccionó críticamente al anuncio de la UNESCO y el Gobierno mexicano, apenas una semana después del anuncio: “fue presentada en otro idioma [español], lo cual dificulta su comprensión para los wixaritari; no hubo consulta al pueblo y se desconocen los alcances de dicha declaratoria”, expusieron en un documento difundido en la prensa nacional.
“El catálogo (de Patrimonio Mundial) es un concepto y reconocimiento ajeno al pueblo wixárika, ajeno a nuestras energías, ajeno a nuestros elementos sagrados, ajeno a nuestros mara’akate (chamanes) y consejo de ancianos, ajeno a nuestras futuras generaciones que son nuestros hijos y nuestros nietos”, señalan en la comunicación; también subrayan que “su cultura está siendo arrebatada de sus manos con la falsa promesa de que serán protegidos con máxima legalidad, conservación ecológica, revalorización de saberes y empoderamiento de los pueblos originarios, una supuesta protección que [...] se da bajo la representación de personas e instituciones ajenas a sus pueblos”, añaden.
Santos de la Cruz, abogado, uno de los voceros del Consejo Regional Wixárika, e integrante de la comunidad Bancos de San Hipólito o Calitique, en el sur de Durango, desmintió totalmente la denuncia: los integrantes de las comunidades han colaborado activamente en la elaboración de la propuesta y la declaratoria refleja con claridad sus planteamientos.
“Han sido años de lucha en todos los ámbitos, en la parte jurídica, en la parte cultural, política, organizativa. Nos ha costado avanzar en todos esos ámbitos y pues ahora sí que nosotros lo sufrimos en nuestra carne propia, ¿verdad?”, dijo a EL INFORMADOR en entrevista vía remota.
A su juicio, “algunos de los líderes de la unión” carecen de información pertinente, pues le parece temerario que descalifiquen el trabajo de las comunidades y aseguren que no hay trabajo de miembros de la cultura wixárika en la declaratoria de la Unesco.
“Le reitero, es una lucha de bastantes años, desde 1994, 1998, cuando se empezó con el trabajo de campo, de la documentación, y todo se ha platicado con las autoridades de las comunidades más grandes, los centros ceremoniales y desde luego siempre va a haber ciertos detallitos, por ejemplo, con los nombres, pero hubiera sido contraproducente detener el proceso y que nos lo mandaran otro año adelante. Fue un acierto que se avanzara y se votara”, subrayó. Santos de la Cruz asistió a la 47 sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en París, Francia.
La investigadora Regina Lira Larios, de la UNAM, en un artículo denominado “Una lectura de la defensa territorial wixárika desde la complejidad ritual”, ya apuntaba el conflicto entre las dos organizaciones hace ocho años: De la Unión Wixárika de Centros Ceremoniales de Jalisco, Durango y Nayarit AC, constituida en el 2006, apunta: “está compuesta por un presidente, un secretario y un tesorero que se eligen bajo una lógica de representatividad por estado, es decir con representantes de cada uno de los estados con población huichola (aunque Zacatecas no está incluido) y bajo un sistema de elección por votación en el que participan los comuneros que desempeñan los cargos religiosos en los distintos centros ceremoniales huicholes (tukipa)”. De la segunda, el Consejo Regional Wixárika, fue “creado a consecuencia de la organización desencadenada por la defensa de Wirikuta de las corporaciones mineras y debido al descontento de ciertos sectores sobre el involucramiento de organizaciones no huicholas en los asuntos territoriales […] está conformada por autoridades tradicionales, civiles, religiosas y agrarias, y por ciudadanos de las cinco comunidades serranas (Tuapurie, Waut+a, Kuruxi Manuwe, ‘Uweni Muyewe y Tateikié), donde no siempre han figurado representantes de los territorios en Nayarit”, afirma.
Debe agregarse que, en el caso de los comuneros de la zona nayarita, estos suelen tener patrocinio del gobierno de esa entidad, que ha establecido políticas de expansión territorial a costa de comunidades de wixaritari de Jalisco. Guadalupe Ocotán (Xatsitsarie) fue parte de Tateikie (San Andrés Cohamiata) hasta los años sesenta del siglo XX, de acuerdo al antropólogo Víctor Manuel Téllez Lozano. Es decir, hay agravios de fondo todavía no resueltos.
UN VIEJO ESFUERZO
Desde los años 80 salió adentante un primer acuerdo de protección de “sitios sagrados” entre comuneros wixaritari, autoridades y propietarios mestizos enclavados sobre la ruta. El primer caso es la conservación de los manantiales de Yoliatl o Tatei Matinieri, en Villa de Ramos, San Luis Potosí, indica el presidente de Conservación Humana AC, Humberto Fernández Borja.
Luego se establecieron dos áreas protegidas de rango estatal, las cuales, además del trazo de la ruta, y se incorporaron los principales santuarios naturales. La primera ANP es de 1994, en la zona de Wirikuta, luego ampliada a toda la ruta potosina, lo que llevó de 73 mil a 140,212 hectáreas de protección estatal, con 139 kilómetros del itinerario. En 2009, el gobierno de Zacatecas hizo lo propio en su territorio, sobre 60,500 ha y 125 km con una anchura media de 40 metros, añade el activista.
La iniciativa ante la UNESCO (y la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza) la llevó en 2004 a la “lista indicativa” mexicana de la Convención de Patrimonio Mundial.
Fernández Borja agrega que el trabajo de documentación aborda “las dimensiones cultural y natural desde los ámbitos ritual, histórico, paisajístico y biológico”, un planteamiento deliberado con las comunidades huicholas para lograr su aprobación y que participaran de forma permanente.
Entre 1995 y 2015 “se efectuaron más de 20 expediciones y salidas de campo ad hoc, que incluyeron algunos sobrevuelos, con diferentes autoridades tradicionales y miembros de los centros ceremoniales […] durante los recorridos se completaron la cartografía, el inventario y la interpretación de los sitios sagrados a partir de relatos y descripciones aportadas”, señala el informe Diagnosis natural y cultural Ruta Huichol, donde participó el responsable de Conservación Humana.
Salvador Sánchez González, el anciano cantador del poblador de El Cerrito, hablaba en 2012 de su experiencia casi centenaria en el recorrido de la ruta por un mundo encantado.
“... los ancestros, lo hicieron por su familia, por su ganado, por su maíz, y entonces hicieron el sacrificio de venir; lo que vemos para nosotros es una cosa tan sagrada, porque si nosotros no hacemos esto, nos va mal; yo no pude estudiar, no sé leer ni escribir, no sé nada, pero tengo una experiencia desde 1921 que nací, empecé a venir; lo sagrado es que llega a nosotros y tenemos para más pensar, para más soñar, para más saber, para tener ánimo y tener valor, y no podemos dejar pasar dos o tres años sin andar para acá […]”.
- ¿Antes era muy difícil seguir estas rutas?
- Se venía con unos sacrificios, andando. Era un mes para llegar y un mes para el regreso; era más castigado y se hacía mejor, se le sufría más, pero en ese sufrimiento se resolvían más cosas buenas; hoy voy en un coche, y eso no lo debería hacer yo, pero ni modo, así se viene haciendo todo [...] pienso que llegará el día en que lo vamos a dejar de hacer, ya no vendremos más.
No hay noticia de sí, de aquel viejo cantador o sobrevive al siglo con su vida humana en las barrancas de El Cerrito, trece años después. Lo que queda claro es que a la ruta de Wirikuta aún le queda un largo camino.