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Noticias y clics

En la mesa siempre había uno varios periódicos; la lectura comenzaba por la portada y los titulares de cada sección y, dependiendo de la prisa o el tiempo que se dispusiera, se podía dedicar varios minutos a leer notas, artículos de opinión y la sección de caricaturas. La agenda pública, los temas que había que atender o discutir, la marcaban principalmente los medios tradicionales; lo que destacaban los periódicos y los noticieros de radio o televisión solía ser lo más relevante, lo más urgente. ¿Qué pasa hoy?

El consumo de noticias se ha ido trasladando a las plataformas visuales, como TikTok, Instagram, YouTube, y de mensajería, como WhatsApp. 

De acuerdo con el “Digital News Report 2024” del Reuters Institute, las redes sociales están ganando terreno como los principales medios a través de los cuales nos informamos a diario, especialmente las y los jóvenes.

El informe destaca que existe un auge en los formatos de videos cortos como fuente de noticias: clips, reels o snack news, que son “microdosis” de información, diseñadas para consumo rápido (muchas veces sin contexto y sin matices). Destaca también que hoy los creadores de contenido e influencers reciben más atención para las noticias que las propias marcas periodísticas.
“El epicentro del consumo de noticias en video se da en las plataformas (72%) y no en los sitios web de los medios (22%)”, señala el Reuters Institute.

“Al examinar las fuentes de noticias a las que el público presta más atención en las plataformas, observamos un foco cada vez mayor en comentaristas partidistas, influencers y jóvenes creadores, especialmente en YouTube y TikTok. No obstante, las marcas tradicionales y los periodistas todavía tienden a desempeñar el papel más destacado en redes como Facebook y X”.

Las noticias que consumimos en redes sociales, sin embargo, no son las de mayor relevancia pública o impacto social sino aquellas que tienen más “me gusta”, que ha sido compartido más veces, que generaron mayor interacción entre los usuarios (mayor engagement). ¿El resultado? Temas significativos, de alto valor social, van quedando relegados, detrás de contenidos virales, controversias artificiales o narrativas simplificadas. 

En ese ecosistema digital lo importante puede volverse invisible si no genera clics: temas que son urgentes de atender -violencia, salud mental, empleo, agua, movilidad, derechos humanos, economía familiar…- no siempre logran competir con bailes virales, polémicas de influencers (que ocultan que reciben pagos por lo que difunden) y microescándalos de 24 horas. Entonces, se confunde visibilidad con relevancia: si algo aparece muchas veces en su pantalla, se asume que es importante, aunque no lo sea; si un problema social no aparece, pareciera que “no existe” o “no pasa nada”, aunque sea grave. Las noticias las convierten en espectáculos.

Ningún tema es profundizado. Se difunde lo banal. Importa más el entretenimiento. Medios tradicionales se adaptan para competir con la lógica de las redes sociales (modificando títulos, extensión de notas, formatos, narrativas y frecuencia de publicación) para conseguir likes y hacer relevante su contenido noticioso. ¿Y los usuarios? Hasta hace unos años éramos quienes les decíamos a nuestros hijos e hijas que no creyeran todo lo que veían en internet; hoy es esa misma generación quiénes nos dicen que no todo lo que vemos en internet es real. Urge priorizar como política pública la alfabetización mediática o digital, para entender cómo funcionan las redes sociales, sus alcances y el impacto que pueden tener en nuestras decisiones diarias. 

Instagram: vania.dedios

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