Lo que resuelve (y no) esta Línea 4
La Línea 4 del Tren Ligero es parte de una solución de movilidad y al mismo tiempo un acto de justicia para la zona Valle de Tlajomulco, pero no así. Esta crítica, que busco sea constructiva, proviene de los usuarios. Comparto dos testimonios.
I.- Ana y Lucía, dos estudiantes que viven en Villa Fontana, en Tlaquepaque, hicieron 15 minutos de la estación Las Juntas a la estación Jalisco 200 años de la Línea 4. Una maravilla.
De otra manera habrían tenido que abordar en la estación Fray Angélico del Macrobús la ruta alimentadora A20 que tarda hasta 40 minutos en pasar, más otros 20 minutos de trayecto. Es una pesadilla.
Sin embargo, de la estación Jalisco 200 años a Villa Fontana tuvieron que caminar 25 minutos pues todavía no se habilitan las rutas alimentadoras para la Línea 4.
II.- Ramón, joven de 35 años cuadripléjico en silla de ruedas, fue de los primeros en abordar la Línea 4 el día de la inauguración. Vive en Santa Fe, Tlajomulco.
Su decepción fue enorme. No hay elevadores disponibles. El vagón queda ligeramente elevado y a una distancia tal del machuelo que impide a alguien en silla de ruedas abordarlo sin ayuda. Tampoco hay un espacio al interior de los vagones para personas con discapacidad.
Las rampas son insuficientes y tienen una pendiente larguísima, muy pronunciada. En la estación Concepción del Valle, en donde descendió Ramón, la rampa culmina al borde de cuatro escalones que no pudo bajar, un total sinsentido: “Fue decepcionante lo poco inclusivo que es”.
III.- A la Línea 4 le faltan los tres cruceros a cargo de Ferromex. Pero también cuatro puentes peatonales, señalización en cruces, banquetas, entornos en las estaciones, obras secundarias y de accesibilidad.
Y faltan, sobre todo, las rutas alimentadoras que conecten realmente las estaciones con las distintas colonias.
Anoche circularon videos del caos y largas filas en la estación Jalisco 200 años de la Línea 4 con decenas de pasajeros que seguramente huían del pésimo servicio de las alimentadoras del Macrobús.
Una alta demanda con una obra incompleta también representa un riesgo para los usuarios.
Desde el punto de vista de un pasajero —no desde la óptica del político, el funcionario de transporte o el columnista en turno, es decir, yo—, en este momento la Línea 4 no está a la altura de lo que se planteó.
Sin estas “obras complementarias”, esta Línea 4 está lejos de ser una solución de movilidad digna.
La gente del Sur necesita una Línea 4 funcionando al 100%, no la inauguración de la Línea 4 a medias.
Se agradece la voluntad de Pablo Lemus para acelerar el arranque del servicio, pero sus funcionarios de obras y transporte deben apresurarse a resolver los pendientes.
Porque mientras los usuarios sortean autos accesos sin banquetas, filas interminables y la falta rutas alimentadoras, la constructora Mota Engil México comienza a cobrar en enero 50 mdp al mes, puntuales y completos, por una Línea 4 que incumple lo que prometió.