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La aritmética del poder

En estos días circula un meme. Aparece un barbado Carlos Marx con unos lentes oscuros y la advertencia: “Esta Navidad no le regales nada a alguien de derecha. Ellos odian las cosas regaladas”.

Más allá del chascarrillo y de la disputa ideológica sobre el supuesto “paternalismo” de los subsidios federales, vale la pena mirar el tema desde otro ángulo: el del individuo concreto que recibe un apoyo del Estado.

Katia Meave, delegada federal en Jalisco, informó que en 2025 se dispersaron más de 49 mil mdp entre 1.8 millones de personas beneficiarias de alguno de los 18 programas sociales en la entidad.

Es una barbaridad. La mayor parte corresponde a la pensión para adultos mayores y becas para estudiantes.

Ese dinero es casi la tercera parte del presupuesto del gobierno de Jalisco este año. Esto se replica en casi todas las entidades del país.

El Gobierno estatal ejerce mucho dinero, pero la mayoría se va en la burocracia y administración del Estado. Por el contrario, cada peso del dinero federal va directo a las cuentas del ciudadano.

Cuando un “no beneficiario” de clase media para arriba se pregunta por qué la fuerza de Morena, la respuesta es muy sencilla:

Porque millones de personas sí reciben algo tangible, regular y directo del gobierno, no una promesa ni un discurso. Esa relación explica buena parte de la lealtad política.

Lo digo no desde la trinchera partidista ni desde la teoría económica, sino desde la experiencia cotidiana de quien incorpora ese ingreso a su vida.

Por ejemplo, un adulto mayor que recibe 8 mil pesos de pensión y suma 6 mil 200 bimestrales del gobierno ve crecer su ingreso en casi 40 por ciento.

Ponte en sus zapatos. Imagina que mañana tu ingreso aumenta así y llega puntualmente desde el Gobierno.

A la oposición y a los críticos de la 4T muchas veces les cuesta pensar en esta escala. Les resulta incomprensible.

Con esto trato de mostrar un punto más que laurear o defender una política social que tiene muchos mejorables.

Por ejemplo, la falta de focalización de los programas provoca que lleguen a muchas personas que no los necesitan (como Fernández Noroña que comenzó a cobrar su pensión federal como adulto mayor).

En resumen, mientras unos discuten su diseño o sus fallas, otros reciben el apoyo, lo incorporan a su vida diaria y toman decisiones políticas a partir de eso.

Entenderlo no es defenderlo; es asumir cómo se construye el poder de una fuerza política hoy en México.

jonathan.lomeli@informador.com.mx

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