Guadalajara: ¿Ciudad vibrante y próspera?
Guadalajara enfrenta un problema crítico de declive poblacional: desde 1990 ha perdido 265 mil habitantes. Tan solo entre los años 2010 y 2020 su población se redujo en un 7 por ciento, mientras que su centro histórico perdió casi el 13 por ciento, siguiendo el patrón del “doughnut effect”. El problema no termina ahí: Los grupos de edad que más disminuyeron son los menores de 59 años, mientras que la población de adultos mayores aumentó.
Para nadie es un secreto que los datos económicos de este año son poco optimistas. Esta es una mala noticia en un país al que le urge crear y mantener empleos de calidad. La transición económica hacia la “nueva economía”, determina que solo las urbes que han comprendido que deben generar sus propias oportunidades de desarrollo en los ámbitos de la tecnología, la innovación y servicios sofisticados serán las que se desarrollen y crezcan su economía, en un contexto de escasez de recursos fiscales y competencia entre ciudades por empleos, turistas, y residentes de alta renta y nivel educativo.
¿Qué podemos hacer para resolver los retos de pérdida de población y estancamiento económico? De entrada, generar las condiciones para recuperar población, particularmente en barrios centrales. Además, es necesario que las ciudades creen sus propias oportunidades de crecimiento económico, sin depender del presupuesto público. Para atraer población, considero dos alternativas complementarias. La primera, el movimiento “Back to the City”, que se refiere al regreso a la ciudad de residentes locales que abandonaron años atrás barrios centrales de Guadalajara ante el deterioro urbano. La segunda, siguiendo a Richard Florida, es intentar atraer y retener a miembros de la “Clase Creativa”.
La Clase Creativa se compone de profesionales que utilizan la inventiva como motor de su trabajo: ingenieros, artistas, diseñadores o escritores, muchos de ellos nómadas digitales. Florida sostiene que este grupo es crucial para la prosperidad e innovación de las metrópolis postindustriales, y asegura que las ciudades tolerantes, diversas y abiertas a la innovación son aquellas que logran atraer y retener a este grupo. Esto es importante dado que los miembros de la clase creativa, que con su patrón de consumo y estilo de vida contribuyen a generar una ciudad vibrante y próspera, pueden elegir en qué ciudad vivir.
Sin duda, el reto de atraer nuevos residentes a colonias centrales es difícil y requerirá una amplia renovación urbana, así como la resolución de problemas como la inseguridad y la recolección de la basura. Pero es posible lograrlo: Entre 1990 y 2014 más de la mitad de las cien ciudades más grandes de Estados Unidos aumentaron su población en barrios en torno al centro urbano, recibiendo residentes educados, muchos de ellos pertenecientes al 10 por ciento de los hogares más ricos.
En Guadalajara, entre 2010 y 2020 colonias como la Americana y la zona Minerva perdieron 1.7% y 4.8% de su población, respectivamente. Mientras que la zona en torno al Parque Morelos perdió casi 13% de sus habitantes. En ese sentido, el reto de recuperación de población en el poniente de Guadalajara se ve menos severo que el de atraer residentes al centro histórico. La buena noticia es que de acuerdo con Skifter es menos complicado repoblar zonas centrales por las oportunidades que ofrecen los centros históricos, como base para elaborar estrategias de recuperación.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo podemos atraer y retener a miembros de la clase creativa o antiguos residentes que se mudaron a los suburbios de nuestra ciudad? ¿Qué hacer con un centro histórico que sigue perdiendo relevancia como zona de comercio, servicios y vivienda? Aún más importante, ¿cómo evitar que zonas como la Colonia Americana o la Minerva se contagien del deterioro urbano del centro, y puedan destacar como zonas vibrantes y prósperas, donde sea agradable vivir, divertirse y trabajar?
La revitalización de un barrio es todo un arte del que los gobiernos locales tienen mucho que aprender en beneficio de la economía local y la habitabilidad. Jane Jacobs, comparte su experiencia de vivir en Greenwich Village, en Nueva York, y recomienda cuatro elementos para transformar los barrios en mejores lugares: suelo mixto, manzanas cortas y calles angostas, con plantas bajas activas, con negocios y horarios diversos.
Este modelo, nos dice Jacobs, contribuye a una escena urbana vibrante, segura, caminable y atractiva, que alienta a las personas a visitar esas zonas, aportando “ojos en la calle”, contribuyendo con ello a vigilar y reducir la inseguridad en esos barrios, al tiempo que generan vitalidad económica. Como ejemplo de este tipo de espacios propone la calle Maiden, en San Francisco, con sus árboles, aparadores con todo tipo de mercancías, y banquetas con bancas y mesas de café con sombrillas, donde pasar un rato agradable.
En conclusión, sería deseable que Guadalajara gane residentes con estilos de vida que aseguren a través de sus patrones de consumo: prosperidad y crecimiento económico, sin sacrificar la habitabilidad ni la inclusión en nuestros barrios. Para ello, se debe generar demanda de vivienda en barrios centrales, una amplia renovación urbana, y servicios sofisticados e innovadores que retengan a miembros de la clase creativa y residentes locales que hoy se han segregado al norponiente de la ciudad, huyendo de la inseguridad y el deterioro urbano.
*Eugenio Arriaga Cordero es doctor en estudios urbanos por la Universidad estatal de Portland y académico de la Esarq.