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Guadalajara 1956

Hace 70 años… parece que fuera ayer. Aeronaves de México anunciaba el único vuelo directo a Tijuana en los fabulosos Convair. La agencia de boletos estaba en la esquina de Corona y Madero y sugería consultar a su agente de viajes, que era un elemento casi imprescindible para la adquisición de los boletos, en las líneas de ese tiempo: la ya mencionada y Mexicana de Aviación.

La Colonia Independencia ofrecía lotes con todos los servicios, con solo $178.00, sí, ciento setenta y ocho pesos de enganche y 72 cómodas mensualidades de $135.00. La publicidad aseguraba que en la colonia encontraríamos urbanización moderna, alumbrado de primera, pavimentos de concreto, agua, luz, drenaje, jardines, mercados, templos, y para adquirir el lote o solicitar un bello folleto ilustrado solo era necesario comunicarse al teléfono Ericsson 74-18.

En esos tiempos había dos compañías telefónicas en la ciudad: la Compañía Mexicana y la Ericsson, que tiempo después se fusionaron para convertirse en Teléfonos de México.

La Colonia Independencia tenía además la plusvalía asegurada, pues había rumores de que por esos rumbos se edificaría un nuevo estadio de futbol que vendría a sustituir al antiguo Parque Oro, conocido también como Estadio Martínez Sandoval; tiempo después los rumores se confirmaron, pues en 1960 estrenamos el Estadio Jalisco y se produjo la venta masiva de lotes, construcciones y fraccionamientos alrededor, porque el proyecto de zonificación incluía la comercialización, por lo que ese rumbo de la ciudad tuvo un uso de suelo mixto como hasta la fecha.

Hablando de anuncios, había una compañía de autobuses de mucho prestigio y confiabilidad: “3 Estrellas de Oro”, que contaba con servicio de primera clase y Pullman Expreso a la Ciudad de México, y en corridas especiales a Manzanillo y a Cuyutlán, famoso por su “Ola Verde”, sitio predilecto para los paseantes, sobre todo en la temporada de vacaciones de Pascua.

En 1952 se había inaugurado la Central Camionera, en las calles Estadio, 5 de Febrero, Dr. Roberto Michel y Los Ángeles, y de allí salían los camiones mencionados, así como otros de esa época como Autobuses de Occidente, Autotransportes del Sur de Jalisco, Transportes Norte de Sonora, entre otros, y tenía salas de primera y segunda clase. En otra oportunidad les platicaré algunas historias sobre este tema; por ahora solo diré que los nombres de las calles Estadio y Los Ángeles encuentran su origen en que, anteriormente, en el lugar donde está la hoy antigua central de autobuses, estuvo un tiempo el Panteón de Los Ángeles y luego el Estadio Municipal.

En 1956 ocupaba el cargo de presidente de la República don Adolfo Ruiz Cortines, y el jefe del Departamento Central era don Ernesto P. Uruchurtu; en el Gobierno de Jalisco, ocupaba la Jefatura del Ejecutivo el señor gobernador don Agustín Yáñez, un hombre de gran cultura, historiador y poeta, quien cuando concluyó su período fue llamado a la Secretaría de Educación Pública; el presidente municipal era don Juan Gil Preciado.

En 1956 comprábamos los libros de Contabilidad en la Papelería Mancilla, que estaba en la calle Morelos 566 y con teléfono Ericsson 50-18. Se acordarán de la Farmacia Remosa, que era farmacia y droguería, contaba con servicio a domicilio y estaba en la calle Pedro Moreno 518, abierta día y noche. Contaba con los teléfonos 25-61 y 81-75 de Ericsson y el de la Compañía Mexicana, que ya contaba con cinco dígitos: el 3-25-61, teléfonos que sabíamos de memoria tanto por la constante publicidad en radio y en los periódicos, como por la comodidad del servicio a domicilio y que estaba abierta día y noche, lo que no todas las farmacias tenían.

En Pedro Moreno 388, en el antiguo “Portal Morelos”, se encontraba la Joyería Luis Chávez, que ofrecía la novedad: un reloj fino y con precios económicos, el reloj “Enicar”, que sin duda algunos de ustedes llegaron a usar.

En las casas de 1956 era un lujo tener cortinas venecianas; y qué mejor que comprarlas en Corona 533: “Haga más agradable su hogar con cortinas venecianas Tovar, bonitas, elegantes, cómodas y económicas”, decía la publicidad, aunque muchas amas de casa se encargaban de hacer sus propias cortinas, empleando aquellas modernas máquinas Singer o las Necchi.

¿Conocieron las rockolas? También eran conocidas como sinfonolas, eran gabinetes de madera y metálicos con un diseño muy bonito, que muchos restaurantes tenían y ofrecían música con hasta 120 selecciones, 4 bocinas y alta fidelidad; mientras uno disfrutaba de la comida, podía escucharse música con las canciones y melodías del momento, introduciendo una moneda, seleccionando el disco y era todo. Las vendían por la calle Obregón a dos cuadras de la Calzada Independencia, y era un lujo que un restaurante o merendero tuviera rockola o sinfonola; en Chapalita había una fuente de sodas que contaba con la famosa “Bola de Plata”, que era la de más lujo y más selecciones musicales; uno llevaba a la novia a una nieve y a dedicarle una que otra canción; así se enamoraba antes a las muchachas.

La lucha libre ofrecía también grandes espectáculos en la Arena Canada Dry. El Santo, el Enmascarado de Plata, y El Espectro se enfrentaban a Tarzán López y a El Alcón, luchas inolvidables.

En esa época jugaba el Nacional en la segunda división, con sus grandes estrellas el “Dumbo” López y Elías Vázquez, que era un buen portero que había jugado en primera división con el Irapuato; el entrenador del Nacional era Enrique Álvarez Vega, quien tiempo después dirigió al Atlas de Guadalajara. Por cierto, no confundir al Dumbo López con el Dumbo Rodríguez; aunque ambos goleadores, pertenecieron a épocas distintas, hablamos de 1956. El Nacional jugaba en el antiguo Parque Martínez Sandoval, al que hago referencia en párrafos anteriores.

Allá por la Avenida Hidalgo y González Ortega y también en el Edificio Hernán, frente al Templo de Nuestra Señora de La Merced, estaba una prestigiada tienda de telas llamada Antigua Casa González Romo, donde se podía comprar nylon, organza, tonquín, velos, sedas y crepé; tenía un surtido muy grande y buen servicio, con personal rápido, amable y muy eficiente, algo que ahora en los establecimientos similares deberían de tener, porque pareciera que nos hacen el favor de vendernos, cuando en realidad nosotros somos los que les hacemos el favor de comprarles.

La tienda Sears en 1956 estaba en Juárez y 16 de septiembre, justo enfrente de Las Fábricas de Francia, y tenía como lema: “Su completa satisfacción o la devolución de su dinero”. La publicidad en EL INFORMADOR anunciaba ofertas como fundas de popelina en $14.90, colcha de tela individual en $129.00, cortinas de encaje en $39.95 y toallas marca Harmony, en precios desde $2.95 para toallas de manos hasta $18.95 en toallas de baño.

Ofrecían cupones que podía uno canjear como si fuera efectivo por mercancía, algo parecido al monedero electrónico que implementaran ya en épocas recientes en Las Fábricas de Francia, hoy ya desaparecida.

En esa época eran comunes los expendios de petróleo, que era el elemento indispensable para cocinar; la mayoría de las casas contaban con estufitas de petróleo y eran contadas las que ya tenían estufas de gas, cuyo principal surtidor era Gas Menguc, que tenía también un teléfono Ericsson fácil de memorizar, 89-80, además de solo 4 dígitos.

Y bueno, se me acaba el espacio. Luego seguiremos. Los espero la semana entrante aquí en EL INFORMADOR, si Dios quiere.

lcampirano@yahoo.com

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