Primer año; entre el Zócalo y la realidad
¿Cuál es el país de verdad a un año de la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, el del Zócalo lleno y los poderes alineados o el del coche bomba en Coahuayana, Michoacán? Los dos. Por un lado, el país vive un nuevo pacto político, con una fuerza dominante expresada en Morena y sus alianzas y por el otro el país del crimen organizado, con sus propias lógicas y leyes, lejísimos del triunfalismo de la Cuarta Transformación.
El mitin del Zócalo sirvió para limar asperezas entre los liderazgos morenistas. Estaban todos: gobernadores, senadores, diputados, líderes del partido y sindicatos. Todos con sus huestes, mostrando músculo y capacidad de movilización. Todos en la defensa de la Presidenta, a la que dicen que la oposición acosa y, quien lo diría, defendiendo el tratado de Libre Comercio como unos verdaderos perros neoliberales, refrendando aquello de que realidad mata ideología.
Lejos del centro, donde se concentra y se concreta el poder, otra vez Michoacán manda el mensaje de que allende Cuautitlán hay otra disputa por el poder y por el territorio, y que el voluntarismo expresado en el llamado Plan Michoacán no basta cuando las comunidades estás literalmente en llamas.
Ambas estampas nos muestran caras distintas de la realidad del primer año de la Presidenta Sheinbaum. Por un lado, la consolidación del poder frente a las tribus de Morena. Primero los golpeó, les dio a llenar todo el verano y luego los metió al redil a cambio de impunidad. Adán Augusto López operando el cambio en la Fiscalía General de la República y luego sellando su inmunidad con un abrazo público con la Fiscal recién nombrada, Ernestina Godoy, es la mejor imagen del nuevo pacto de poder.
Por el otro, el crimen organizado retando a las autoridades con un coche bomba en el estado más vigilado por las fuerzas federales nos recuerda que esto no es una cuestión de voluntarismo sino de disputa real.
La Presidenta necesitaba consolidar su poder con las huestes morenistas. Después del mitin del Zócalo hay poca duda de que lo ha logrado. El reto para el segundo año es gobernar un país donde cada día más son los poderes paralelos, los que no responden a la lógica de la política formal, quienes están tomando decisiones y gobernando el territorio. Si el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue un reto para el Gobierno y su estrategia de seguridad, el bombazo en Coahuayana es el recordatorio de que, como en el cuento de Augusto Monterroso, al despertar del sueño del Zócalo lleno el monstruo de mil cabezas del crimen organizado sigue ahí.