“Chainsaw Man”: Con la potencia de una motosierra
¡EXPLOSIVA! Una sola palabra describe -y, a la vez, no alcanza para describir totalmente- la experiencia hiperbólica e indomable que ofrece “Chainsaw Man: La película - El arco de Reze”, flamante largometraje que rompe el largo ayuno forzado al que habíamos sido sometidos los televidentes de este shōnen de popularidad ascendente. El largometraje del estudio Mappa no sólo ha cumplido con nuestras expectativas (hablo en plural porque siento que muchos fans coincidirán con mi percepción), sino que las ha superado.
Si ya estás iniciado en la mitología de “Chainsaw Man” y eres seguidor de esta serie de anime, debes saber que “El arco de Reze” resulta ser una grata y exorbitante sorpresa, una película rebosante de secuencias de acción orgiásticas, puro rococó “animesco”, estridente y colorida hasta el paroxismo. Pero no sólo eso: es también una cinta argumentalmente rica y de identidad doble, pues su primera mitad es como una peli romántica, mientras que la segunda se erige como una pieza de acción salvaje. Quepa aquí decir que el filme tiene clasificación C, sólo para adultos, por sus imágenes sexualmente sugerentes y violentamente arrolladoras.
Retomando el asunto de sus dos identidades dramáticas, lo que más me ha convencido del largometraje de “Chainsaw Man” es que en él encontramos un romance adolescente muy bien bordado, que sabe a coming of age, a relato sobre la primera disyuntiva amorosa, a crónica sensible del despertar sexual. En contraste, también cabe el frenesí demoníaco que distingue a la saga, ahora llevado hasta el exceso, al territorio del shōnen más desgarbado.
Lo del coming of age en estas historias no es una novedad, pero sí sorprende la sensibilidad con la que “El arco de Reze” lo maneja. De manera recurrente, este género del anime (shōnen) utiliza la maduración masculina como catalizador narrativo (y lo hace, también casi siempre, a través de algún dolor o trauma). No importa si se trata de “Mazinger Z”, “Saint Seiya”, “Fullmetal Alchemist”, “Demon Slayer” o “My Hero Academia”: el adolescente tiene que cruzar los umbrales de la maduración y asumir que -según le han dicho- la vida es una serie de batallas donde la victoria parece inalcanzable. Le pasa también a Denji, el prota de “Chainsaw Man”, un chico que, tras una experiencia casi mortal, termina fusionándose con una criatura llamada Pochita (súper favorita de los fans), lo que le proporciona el poder de convertirse en una motosierra antropomorfa que caza demonios.
El Denji que encontramos en “El arco de Reze” es un chico que cree que se ha enamorado, y eso lo pone en conflicto. Su batalla (en primera instancia) es hacia adentro de sí mismo, hacia las emociones y deseos adolescentes que le hierven. ¿Será su romance pura dulzura y vendrá acompañado de la mentira y el desengaño? Rápidamente descubre que no sólo tendrá que pelear con el corazón, sino también con los puños (o, mejor dicho, con sus sierras), porque así lo dicta el canon de su aventura.
Huelga decir que el trabajo visual es espectacular. Empero, por momentos (hay que reconocerlo) la sobreestimulación es excesiva y no me extrañaría que parte del público lo resienta. Aun así, los de Mappa son expertos en su oficio y ya nos han acostumbrado a esperar animaciones de primer nivel, de excelencia incontestable. Si puedes, lánzate a verla en IMAX o en la pantalla más grande que encuentres, porque no tiene desperdicio visual ni sonoro. Cero grasa, pura proteína. Y harta sangre.