Va la “Ley Valeria”
A Valeria Macías, profesora de una universidad en Nuevo León, comenzó a acosarla un estudiante, que era mayor que ella y cursaba su segunda carrera; en clases le incomodaba la forma en que la veía y cuando el hombre se dio de baja de la escuela, ella sintió alivio… sin saber que era el inicio de la pesadilla.
David “N” empezó a enviarle cientos de correos electrónicos y mensajes por redes sociales, con noticias de feminicidios, documentos personales y fotos de política. Cada que lo bloqueaba, él abría otras cuentas con su mismo nombre y retomaba el hostigamiento. Después, el tipo consiguió su número telefónico y comenzó a llamarla de manera insistente, hasta decirle que estaba enamorado de ella. La profesora le pidió varias veces que la dejara en paz, pero él no cesó.
Al contrario, el comportamiento de David se volvió más agresivo, con insultos y amenazas de muerte. Valeria se dio cuenta que la seguía a su trabajo, a su casa, a casa de sus familiares… pasaba horas vigilándola, acechándola. Con descaro, llegó a enviarle mensajes dándole detalles de lo que ella había hecho durante el día.
Valeria vivía aterrada. En el 2021 lo denunció, presentó audios, vídeos y evidencias del hostigamiento, de las llamadas y mensajes de más de 18 distintos números telefónicos, con las amenazas... pero en la Fiscalía le dijeron que la denuncia no avanzaría porque no había agresiones físicas. ¿Hacía falta que la golpearan o la matara para que las autoridades hicieran algo? El acoso continuó de manera impune.
Hasta que Valeria publicó en redes sociales la pesadilla que vivía y su caso se hizo viral, David fue detenido. Pero una jueza consideró que no era acoso porque no tenía connotaciones sexuales, que se trataba de acecho y no se consideraba un delito.
Pasó ocho meses en prisión y lo dejaron en libertad; se fugó y se amparó.
Valeria no desistió. Su vida estaba en peligro, como la tantas otras mujeres que padecen el mismo tipo de violencia. En marzo de este año finalmente el Congreso de Nuevo León aprobó una serie de reformas para reconocer el acecho como delito, castigándolo hasta con 4 años de prisión y 57 mil pesos de multa.
Conocida como la “Ley Valeria”, reconoce como delito que una persona hostigue o asedie a otra, afectando su libertad para actuar o tomar decisiones, y generando temor, angustia o el riesgo de sufrir daño, ya sea a su persona, familiares o patrimonio; incluyendo el seguimiento o vigilancia ilegal, la irrupción no autorizada en el domicilio, en el trabajo o cualquier espacio donde se encuentre la víctima.
Es otra ley (o serie de reformas legislativas) con nombre de mujer, que se suma a la Ley Olimpia en contra del acoso y la violencia digital; a la Ley Sabina para obligar a padres irresponsables a cubrir la pensión alimenticia de sus hijos e hijas; a la Ley Malena para castigar la llamada violencia ácida; a la Ley Monzón para suspender la patria potestad a posibles padres feminicidas; a la Ley Camila para frenar la sustracción ilegal de infantes por parte de sus padres y evitar la violencia vicaria.
Cada una de esas reformas llevan el nombre de víctimas, de mujeres que han convertido su miedo en valentía, para garantizar que la justicia llegue antes de que sea demasiado tarde, antes de que se trate de un feminicidio.
¿Cuántas leyes con nombre de víctimas se necesitan para garantizar una vida libre de acoso, acecho y cualquier tipo de violencia contra las mujeres? La lucha de ellas es la lucha de todas.