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Urge resolver las exigencias de las familias

La crisis por desapariciones en Jalisco es insostenible. Estoy seguro que la mayoría de mis eventuales lectores conocen a un familiar, un amigo o conocido que está o estuvo desaparecido; la mayoría, también, se encuentra y comparte información con las cédulas de búsqueda de un desaparecido que ponen a circular sus familiares para tratar de dar con su paradero lo más pronto posible.

Las desapariciones ocurren en cualquier parte del Estado, especialmente la Zona Metropolitana de Guadalajara y a cualquier hora del día. Ayer mi hija nos compartía información de un caso que ocurrió frente a un coto por Prolongación Colón, en San Pedro Tlaquepaque. Con total impunidad un grupo de ocho varones sacó por la fuerza a un hombre y lo subió a la camioneta blanca en la que viajaban. Pero sin preocupación a ser detenidos, regresaron al vehículo en donde viajaba la persona privada ilegalmente de la libertad a buscar algo. La Policía llegó media hora después de que ocurrió el secuestro de esta persona.

El lunes por la noche, en otra reunión familiar, platicaba con el tío de Miguel Ángel Molina Buenrostro, de 42 años, comerciante de calzado que fue privado de la libertad la noche del 14 de junio en el poblado de San Antonio de los Fernández, municipio de Atotonilco el Alto. El tío de Miguel Ángel se sorprendía de la cantidad de casos de desaparecidos que él y la familia han conocido apenas en un mes que tienen buscando a su sobrino. Y se sorprende más al saber que Jalisco es el Estado con más desaparecidos de todo el país: más de 16 mil que representan cuatro veces más que los desaparecidos que dejó la brutal dictadura militar en Chile en la primera mitad de la década de 1970. El tío de Miguel Ángel lamentaba la falta de atención debida de parte de la Fiscalía, que no hace búsquedas rápidas y que actúa con burocratismo. 

Jalisco vive una excepcional crisis por desaparición de personas que no es reconocida por el actual Gobierno. Sólo en lo que va de la administración del gobernador Enrique Alfaro Ramírez se han reportado oficialmente 8,341 desaparecidos, muchos más que los denunciados en la administración del priista Aristóteles Sandoval Díaz con 5,309 y cinco veces más que los registrados en el sexenio del panista Emilio González Márquez, con 1,534, según datos oficiales recopilados por Víctor Manuel González Romero, ex rector y profesor de la UdeG. 

En este contexto es un insulto al dolor de las familias que tienen desaparecidos plantear que se suspenden las búsquedas, sean en cualquier modalidad.

Ante este nuevo intento de retrasar las búsquedas de sus seres queridos, se organizó la marcha histórica del pasado domingo convocada por 23 colectivos de familias de desaparecidos de Jalisco y de otras partes del país. Tras marchar de la Glorieta de las y los Desaparecidos, más de 1,200 personas llegaron a Palacio de Gobierno donde leyeron un pronunciamiento muy preciso con sus demandas y exigencias que deben ser atendidas puntualmente por el Gobierno del Estado. 

El pronunciamiento comenzó “lamentado profundamente” el hecho de violencia ocurrido en Tlajomulco el 11 de julio y manifestaron su solidaridad con las víctimas (seis muertos y 15 heridos) y sus familias. 

Pero luego de ello, señalaron que el mensaje del gobernador anunciado la suspensión de las búsquedas derivadas de llamados anónimos causaron “incertidumbre, indignación y preocupación”, y demandaron continuar con ellas: “La búsqueda debe realizarse de manera permanente, tanto en vida como sin vida, garantizando nuestra participación y generando las condiciones de seguridad que protejan nuestra integridad y nuestra vida”. Al final del pronunciamiento, los 23 colectivos de familiares que buscan a sus desaparecidos plantearon diez exigencias que deben ser atendidas urgentemente por las autoridades de los tres niveles, especialmente por el Gobierno del Estado. 

Desde hace una semana el gobernador ofreció instalar una mesa para atender a los colectivos de familiares, pero hasta ayer en la tarde no se había fijado fecha de la reunión. La mesa de trabajo con los colectivos de familiares que buscan a sus desaparecidos debe instalarse lo más pronto posible y debe funcionar de manera permanente y no transitoria. En la mesa permanente se debe escuchar los reclamos de todos los colectivos y atenderlos. Es el modo más sensato y eficaz para agotar todas las acciones de búsqueda en vida y, lamentablemente, identificar y regresar dignamente a sus familias a los que ya no estén con vida. Como dicen una y otra vez los colectivos: “Sin las familias, no”. Urge resolver las exigencias de las familias. 

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