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Tres protestas contra la muestra de teatro de Jalisco

1. Dice “de Jalisco” pero le falta mucho, mucho para que represente verdaderamente al teatro del Estado. Hoy por hoy, el teatro del Estado es de Guadalajara: sus búsquedas, sus dramaturgias, sus actoralidades, sus temas, sus maestros y sus directores pueden ser rastreados apenas poco más allá del Periférico. Qué esfuerzo, el de estos últimos años, por tender lazos hacia Ciudad Guzmán, Lagos de Moreno, Atotonilco, San Juan de los Lagos, Ocotlán y Puerto Vallarta. Ojalá que pronto los teatreros de Guadalajara descubran que el objetivo no es mirar el teatro de “afuera”, sino apostar por que aquello también sea “aquí” y ocupar sus foros. A ver si le dice algo a ese público jalisciense o nomás lo aburre.

2. Es un festival para teatreros. Está muy bien, pero falta el público. Y seguirá faltando mientras los teatreros no se abran al público. Crear por crear, explorar poéticas y diseñar dispositivos por el placer de hacerlo, es una prerrogativa de los artistas que este país debe defender. Pero algo le pasa a los teatreros: le piden dinero al gobierno para producir sus obras, buscan dar temporadas y no solo dos o tres funciones, cifran su éxito en su capacidad de llenar un foro. ¿No hay más cosas que hacer que vender boletos? ¿Qué, la chamba termina en montar la obra en los teatros de la UDG (Cultura Jalisco: reacciona, que te monopolizan el negocio) y esperar a que la gente venga a iluminarse con las ideas brillantes de tan preclaros artistas? ¿No han leído los datos del Modecult del Inegi, que dicen que el teatro le importa cada vez a menos mexicanos, no porque no sea importante sino porque hay otras cosas más atractivas que hacer (verbigracia: ir al cine)? Es hora de admitir la hipocresía tras la idea de que el artista crea para el público. Nada de eso; en Guadalajara, el artista crea porque se le antoja. Además de eso, resulta que podría llegar al público. Solicitud urgente: vayan hacia donde está el público; su trabajo sería una contribución para pensar la ciudad en la que vivimos, el modo en que nos relacionamos y la importancia de decir las cosas que preferimos callarnos. A lo mejor en los barrios y las colonias no es tan sencillo andar diseñando “dispositivos escénicos” de esos que los ponen tan ufanos, queridos teatreros tapatíos, pero lo cierto es que desde el público les diremos: gracias por recordar que existimos.

3. No se puede protestar contra la diversidad que ha abrazado la MET de Jalisco como uno de sus estandartes: este año convino apostar por performance. Está bueno; nomás avísenle al público. Un poquito de énfasis en el programa y los eventos de Facebook, quizá ponerle “esto no es drama sino performance”, y a lo mejor evitamos que el público se vea sorprendido por un show que nomás hará que la gente se salga del foro enojada. ¿O ya se nos olvidó lo del año pasado?

ivangonzalezvega@gmail.com /
agoragdl.com.mx

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