Ideas

Romeo y Julieta para niños

Es muy difícil no hablar del “Romeo y Julieta para niños” que presenta A la Deriva Teatro en el Estudio Diana, este fin de semana por última vez (sábado y domingo, 13:00 horas). A principios de este decenio, cuando el grupo tapatío estrenó el trabajo (en 2017 hay una versión renovada), ya destacaba por su sencillez y su contundencia.

Una primera explicación es que parece que fue hecha pensando en su público: “Romeo y Julieta para niños” se inspira en aquel texto que hoy concebimos tan cargado de referencias y convenciones, pero propone que hay formas eficientes de contarle la historia a niños desde seis años de edad sin la solemnidad que todos reconocemos en lo “clásico”. Hay una anécdota —“chico y chica se enamoran pero su amor es imposible”— y entonces el grupo de teatro construye ideas escénicas parar narrar la historia en un juego transparente y explícito. Los niños se ríen, se conmueven y se entretienen.

A lo mejor hay que admitir algo: buena parte de los trucos de A la Deriva con esta obra están basados no sólo en el humor, sino en chistes. Quizá allí hay un defecto, pero vale la pena ponerlo en la balanza ante el trabajo escénico: tres actores utilizan el cuerpo, sus voces y vestuarios para presentar a un montón de personajes; la violencia de la obra original deviene corazones de cartón sobre las playeras; la magnífica poesía de Julieta desaparece, pero deviene acciones y alusiones. Como todo esto ocurre en un espacio que no requiere explicaciones a pie de página, uno puede reírse de muchas cosas, no sólo del chiste barato.

(Y, de todas maneras, el chiste: Mercucio se está muriendo y tiene tiempo para bromear sobre su herida, que “no es tan honda como un pozo ni tan ancha como puerta de iglesia, pero será suficiente”; ante cómicos así, los actores tan sólo tienen que actuar.)

El asunto es que el teatro va más allá de lo que quieren los artistas, que invierten horas en minucioso trabajo sobre los detalles... para que cada espectador termine por mirar lo que se le antoje. En espectáculos como “Romeo y Julieta para niños” el público más joven puede disfrutar una abundante oferta de estímulos: hay mucho que observar y escuchar en los distintos momentos de la obra —se agradece cuando los actores están concentrados y cuidan su dicción, por ejemplo—. La diferencia entre el teatro y la tele para niños, por ejemplo, consiste en que cada objeto amerita atención detenida. Y los niños se la conceden.

Ah, ¿y el dilema del “clásico”? ¿Sirve esta obra para hacer promoción de la lectura? ¿Atraerá a los niños a Shakespeare? ¿Obliga a que discutamos cómo traducir “clásicos” al espectador contemporáneo? La verdad es que la obra es tan divertida que de aquello se ocuparán sólo personas muy aburridas. Una virtud en una obra de teatro es que nos haga ignorar durante un rato al texto del que provino; “Romeo y Julieta para niños” se defiende sola.

Más de clásicos y no tan clásicos del teatro: agoragdl.com.mx

Temas

Sigue navegando