Revisando forma, debe imperar prevención de trampas
No era difícil advertir que la determinación tomada por Major League Baseball -MLB- de hacer imperativo aplicar la reglamentación que autoriza a los ampáyers revisar a lanzadores durante los juegos de pelota para identificar uso de sustancias prohibidas desataría alud de inconformidades entre los lanzadores, ya que desde el pasado 21 de junio se estableció que serán objeto de revisiones ante presunción de posible ilegalidad, al hacer trampa para favorecer la velocidad de sus lanzamientos.
Y si bien la aplicación de esa medida dispuesta por el Comisionado de la MLB, Rob Manfred, que busca imperar legalidad y equidad en la competencia está debidamente enmarcada en la normativa, se ha hecho evidente la necesidad de afinar la mecánica, ya que tanto malestar ha provocado a serpentineros como los relevantes peloteros Max Scherzer, de Nacionales de Washington, y Sergio Romo, de Atléticos de Oakland, quienes indignados y ofendidos lanzaron sus gorras y guantes al piso, siendo que Scherzer amagó con bajarse el pantalón, pero el pítcher mexicano sí lo cumplió durante el juego del pasado martes 22 de junio frente a Rangers de Texas.
Este esquema confiere atribuciones a los ampáyers para revisar a lanzadores en un intento por inhibir uso de sustancias prohibidas que favorezcan el desplazamiento de las pelotas y por ende su desempeño en la lomita. Los pítchers que sean descubiertos haciendo trampa serán expulsados y suspendidos 10 juegos.
El mayor problema, conforme a lo observado en esta primera semana, son los excesos en la forma, siendo que al parecer no existen protocolos claros de cómo se deben llevar a cabo estas revisiones y se ha visto a lanzadores rodeados y sometidos por hasta cinco jueces como si fuesen delincuentes. También se han registrado abusos de managers exigiendo revisiones, como ocurrió con el timonel de Filis de Filadelfia, Joe Girardi, quien en repetidas ocasiones solicitó revisión a Scherzer derivando en pleito que ameritó su expulsión.
El tema es que, sin menoscabo de todo lo anterior, las continuas revisiones rompen el desarrollo del juego, y puede ser usadas estratégicamente por los coaches para distraer atención a fin de beneficiar a su equipo y afectar al contrario arruinado el ritmo del juego.
La Asociación de Jugadores de Grandes Ligas que encabeza Tony Clark no se ha pronunciado aún sobre el tema, pero es de esperar lo haga en breve ante la manifiesta inconformidad de peloteros y expresiones como la del propio pítcher de Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw, quien ha salido en defensa de sus compañeros, y ha pedido castigos para los managers en caso de que pidan la revisión y no se encuentre alguna sustancia, siendo por cierto las más comunes el bloqueador solar con brea, la resina de pino y un pegamento llamado Spider Tack.
El pasado miércoles 23 de junio el lanzador Zack Britton, relevista de Yankees de Nueva York, y Max Scherzer, miembros del subcomité ejecutivo de la asociación de jugadores, pidieron que las revisiones de los ampáyers se reemplacen con monitores que inspeccionen a los pitchers en los clubhouses, dugouts y bullpens, por más que podría pensarse en que se preservare la revisión directa en espacio más apropiado y hasta en forma aleatoria, además de escuchar las voces que plantean que la revisión se efectúe también a los receptores.
Pese a la polémica desatada en el béisbol de la Gran Carpa, el comisionado Manfred ha dicho que todo marcha perfecto, desestimando lo ocurrido en el juego de Filis vs Nacionales, y asegurando que “hasta ahora la vasta mayoría de casos (se han dado) sin esa clase de incidentes”.
Lo cierto es que si bien la medida es justa y necesaria para erradicar estas trampas que los pítchers han implementado durante muchos años, se hace imprescindible una revisión a los protocolos para resolver el tema de las formas, de manera que los jugadores no se sientan ultrajados, que los managers no abusen ordenando revisiones, que se evite la discrecionalidad de los ampáyers, y que no se afecte el ritmo de juego.
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