¿Quién nos protege de los que nos protegen?
El multihomicidio a sangre fría de una familia hace una semana tiene un componente doblemente inédito: cuatro de los seis perpetradores eran policías en activo de Zapopan.
Esto demuele un mito dañino que repite la clase gobernante: buenos salarios y prestaciones hacen buenos policías. Falso.
El hecho nos cimbró el pasado jueves 11 de julio.
Los medios reportaron que un menor de 9 años fue hallado deambulando en la carretera a Colotlán durante la madrugada cuando un vecino lo auxilió.
El niño caminó alrededor de dos kilómetros. Gracias a que se fingió muerto escapó de los asesinos de su familia.
Cerca del lugar, en San Cristóbal de la Barranca, la Policía encontró los cuerpos de su mamá de 34 años, su papá, de 35, su hermana de 13 y su hermano de 2. Todos tenían impactos de bala.
El móvil del crimen, según el fiscal Salvador González de los Santos, sería el robo pues el padre de familia era prestamista.
Más allá de la crudeza del evento y su crueldad, el factor estructural que debe atenderse es la participación en esta masacre de cuatro policías zapopanos (uno ya está detenido).
Los mecanismos de evaluación y control policial resultan obsoletos a la luz de estos eventos.
¿Son criminales que se enrolan como policías o policías que dentro de la corporación se convierten en criminales? ¿O ambos?
En reiteradas ocasiones he señalado que la desaparición forzada tiene como primer respondiente a la Policía municipal. Lo mismo al agente de un poblado pequeño que a uno de la metrópoli.
Un policía zapopano de línea es el segundo mejor pagado en la entidad. Cobra un salario bruto de 18 mil 734 pesos más 2 mil 800 pesos de vales de despensa y 800 pesos de ayuda para transporte.
Se les ofrece aguinaldo, bono del Día del Policía, prima vacacional, IMSS, pensiones del Estado, seguro de vida por 1.2 mdp y seguro de vida fuera de servicio por 600 mil pesos así como seguro de gastos médicos mayores.
Para ingresar a la comisaría deben acreditar sus pruebas de Control y Confianza aplicadas por el centro estatal en la materia así como evaluaciones internas.
Mejores sueldos y mejores prestaciones deben garantizarse a los buenos elementos, pero ni remotamente un mayor salario evitará la corrupción policial y criminal. No hay una relación causal como pregona la clase política.
Primero hay que sanear a las corporaciones. Esa debería ser una prioridad estatal y nacional que nadie atiende.
La familia asesinada fue sacada de su domicilio en Zapopan. ¿A qué cuadrante estaban asignados esos uniformados homicidas? ¿Quién nos protege de los que nos protegen?