¿Quién cuidaba Las Agujas?
Con la cifra parcial de 249 bolsas con restos humanos encontradas en el conjunto de fosas clandestinas ubicadas en la Colonia Las Agujas, en Zapopan, este cementerio criminal apunta a convertirse en el más grande encontrado en Jalisco, desde que la crisis humanitaria de las desapariciones las hizo cada vez más visibles hace ya más de una década.
Estos macabros hallazgos iniciaron en el mes de febrero, que trabajadores que construían un fraccionamiento encontraron la primera bolsa a menos de un metro de profundidad. Dieron parte a las autoridades y la Fiscalía estatal empezó la exploración de este predio que se encuentra cerca del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, cuyos directivos han salido en manifestaciones públicas a exigir mayor vigilancia en la zona.
Después de casi cuatro meses de trabajo, realizado con todo sigilo y sin convocar a ningún colectivo de madres buscadoras, la Fiscalía estatal halló dentro del perímetro bardeado del fraccionamiento, 169 bolsas con restos humanos.
Cuando a fines de junio, trascendió que los agentes y peritos realizaban esta búsqueda en Las Agujas, llegó al sitito el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, quienes pidieron acceso al fraccionamiento, pero también empezaron a buscar fuera del terreno bardeado, donde tan sólo en una semana encontraron otras 80 bolsas de restos humanos.
Hasta el momento, la Fiscalía calcula que los restos encontrados serían de al menos 38 víctimas, número que podría crecer significativamente, debido a que este colectivo ha convocado a otras agrupaciones de madres buscadores, ya que han encontrado indicios de que podría haber más fosas en otros puntos de este predio que han explorado en menos de la mitad de su superficie.
Mientras se empiezan a entregar los primeros cuerpos identificados, entre ellos el de Jennifer, una mujer trans que desapareció en 2023 y que recibió digna sepultura hasta el 14 de junio pasado, la pregunta es cómo pudieron haber traído durante al menos los últimos tres años, tal número de cadáveres, a este terreno ubicado a sólo 16 kilómetros del Centro de Zapopan, sin que nadie lo haya notado y sin que ninguna Policía municipal, estatal o federal hubiera hecho alguna detención.
A quien le tocaba cuidar y patrullar esta zona se le tiene que llamar a cuentas para que su complicidad no quede impune, porque es claro que los sicarios de los grupos del crimen organizado se movían con toda libertad y sin que nadie los molestara.
La pregunta que deben responder es: ¿Cómo en esas amplias zonas despobladas, pero con accesos y brechas transitadas que deberían estar vigiladas en Zapopan, nunca detuvieron a nadie y porqué tenían toda la calma para cavar las fosas y convertir así esos predios en un panteón criminal sin problema alguno?