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Optimismo vigente

Cumplir 108 años es, por sí mismo, un logro excepcional. Lo es aún más cuando se trata de un periódico. En un mundo donde la tecnología revoluciona la manera de comunicarnos, donde los equilibrios geopolíticos se fracturan y donde la incertidumbre parece imponerse como norma, alcanzar más de un siglo de vida no solo es motivo de celebración: es una declaración de vigencia.

Las transformaciones globales —la irrupción tecnológica, la concentración del poder económico y político, los intentos de controlar la información— suelen interpretarse en clave negativa. Sin embargo, también abren espacios para la innovación y la audacia. Los tomadores de decisiones lo saben: incorporan nuevas herramientas, adoptan tendencias y buscan resultados sin perder los valores que cohesionan a la comunidad. En ese terreno, las instituciones locales que mantienen su identidad y cercanía con las personas se vuelven más valiosas que nunca. Frente a la homogeneización que diluye culturas, lo local resiste, aporta soluciones concretas y conserva la voz de la comunidad.

Las instituciones centenarias son verdaderos repositorios de memoria y, al mismo tiempo, motores de la opinión pública. Las que surgieron bajo el amparo del sector público suelen sufrir el oleaje de los cambios políticos que las desgastan y las renuevan, mientras que aquellas nacidas en el ámbito privado se sostienen gracias al respaldo de las personas con quienes comparten valores, aspiraciones y afinidad. Aun así, todas enfrentan la presión de las transformaciones tecnológicas y de los cambios de comportamiento del mercado, que representan tanto una amenaza como una oportunidad para reinventarse.

En México son pocas las instituciones que han logrado esa travesía. Pensemos en los cambios que este país ha vivido en el último siglo: de la Revolución y la construcción del Estado, a la industrialización que siguió a la Segunda Guerra Mundial; de la apertura democrática y económica, a la irrupción de Internet y, hoy, a la llegada de la inteligencia artificial. Cada etapa ha exigido a las instituciones adaptarse, resistir y reinventarse. Solo aquellas con visión y determinación lo han conseguido.

El Informador, diario independiente de Guadalajara, es una de ellas. Durante más de un siglo ha sido espejo de los valores de los tapatíos y de Jalisco. Su permanencia no es casualidad: detrás hay optimismo, empeño y la convicción de que la tradición solo cobra sentido cuando se renueva. No sorprende, entonces, que un periódico centenario inaugure una nueva planta de impresión, honrando su raíz familiar y reafirmando su lugar en el corazón de Jalisco.
Aunque pudiera parecer contracorriente encender una nueva rotativa en tiempos inciertos, este gesto es en realidad una poderosa muestra de confianza en el futuro y de compromiso con la comunidad.

En una era en la que la desinformación avanza tan rápido como la tecnología, y en la que los medios enfrentan presiones crecientes, celebrar la fortaleza de una institución como El Informador es también celebrar la vitalidad de una sociedad que quiere seguir siendo libre y plural.

Eso, en sí mismo, es una prueba viva de optimismo.

luisernestosalomon@gmail.com
 

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