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Norma Piña y el arte de la guerra

Tal vez si Norma Lucía Piña, una destacada jurista de larga carrera judicial que se convirtió por méritos propios en la primera mujer Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), hubiera tomado en cuenta las claves del clásico “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, ayer no le hubiera tocado cerrar un era de 30 años en el Poder Judicial, ni ver interrumpido su paso como representante del Poder Judicial Federal.

La llegada de Piña, que se convirtió en la primera Ministra Presidenta de la Corte en enero de 2023, aún sin el aval y sin ser la favorita del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, fue un gran momento para el país en el tema de la equidad de género, pero también para lo que se pensaba podría ser un momento de avance en la consolidación de la vida republicana y democrática del país, al mantenerse un Poder Judicial que garantizara el cumplimiento de la Constitución y se mantuviera independiente al Poder Ejecutivo Federal.

Esa señal alentadora se fue tornando paulatinamente en una grave preocupación que se cumplió con el “Plan C” que heredó López Obrador y que tenía como uno de sus primeros objetivos doblegar a un Poder Judicial que le había parado, con toda razón, una serie de reformas constitucionales, como el “Plan A” electoral, o la militarización de la Guardia Nacional.

Ese objetivo se logró con la reforma judicial que impuso la primera elección de los juzgadores por voto directo el primero de junio pasado, luego de que la combinación de un apabullante triunfo electoral de Morena en 2024 y las presiones y chantajes que se ejercieron desde el poder le permitieron a la 4T lograr la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y de Senadores.

Y es que la primera gran motivación de esa reforma judicial, que puso fin a la etapa que nació con la reforma judicial impulsada por el gobierno priista de Ernesto Zedillo, fue el ánimo revanchista del presidente que en ese momento tenía el enorme poder que le daba ser el más popular de la historia reciente del país, y al que Piña desafió desde el primer momento, sin tender nunca puentes de diálogo y negociación, que sin perder la autonomía de la Corte, hubieran posiblemente evitado la debacle ocurrida.

Había que, como plantea Sun Tzu, haber planificado meticulosamente la estrategia con un claro conocimiento de las fortalezas y debilidades del presidente, y haber sido flexible para medir el terreno y analizar y definir los mejores momentos para retar o para pactar.

Incluso para haber echado mano del factor sorpresa y hasta del engaño, como dicta Tzu, para la prevalencia de un Poder Judicial que empezó a ser embestido por su mala reputación desde el primer momento que asumió Piña la Presidencia de la Corte.

Ahí a Piña le faltó el olfato y el oficio político que nadie en su equipo, tampoco, le supo advertir, antes de plantarle cara a AMLO, ignorando sentada su llegada a aquella ceremonia del 5 de febrero de 2023 por el Día de la Constitución en Querétaro, a un mes de haber asumido la presidencia de la SCJN.

Ahí empezó el principio del fin que nos tiene ahora al borde de una nueva Corte y un nuevo Poder Judicial forjado a punta de acordeones y que inicia el próximo 1 de septiembre en medio de una total incertidumbre, por la falta de pericia de Piña en la guerra de poder que le tocó perder.

jbarrera4r@gmail.com
 

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