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Maldonado, derrotado por su estrategia

La primera experiencia de una elección extraordinaria en la ciudad, en Tlaquepaque, concluyó de la mejor manera posible desde la perspectiva de organización, pero deja una impresión agridulce por varias razones.

De entrada, la escasa participación. Con muchos o pocos votos, el resultado del proceso electoral es totalmente válido, pero sí obliga a cuestionar si nuestro complejo sistema electoral es útil y sobre todo, representativo de la voluntad de la ciudadanía.

Tomando como referencia las cifras oficiales hasta el momento, es decir las que exhibe el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC), hubo un total de 100 mil 730 votos emitidos, pero en el Listado Nominal (personas con credencial de elector que podían votar) figuran 489 mil 996 personas. Los votantes suman apenas un poco más de 21% del total. ¿Se cumplen los objetivos democráticos?

Esta reducida participación obedece a muchos factores, pero probablemente el principal es que la mayoría de las personas ni siquiera supo que había una elección extraordinaria. En otras palabras, el tiempo para reponer el proceso es sumamente breve y eso no lo consideraron los magistrados del Tribunal Electoral federal al anular la elección original.

Otro fenómeno es el costo económico. Se gastaron 23 millones de pesos en una elección extraordinaria que si bien deja un resultado más claro porque ahora la diferencia entre la candidata más votada y el segundo es mayor a 5% del total de votos, permite también cuestionarse hasta qué grado la sociedad puede permitirse el uso de recursos públicos en procesos electorales, cuando es más urgente atender necesidades elementales como los servicios que debe prestar un gobierno municipal.

Por otra parte, un hecho singular y francamente negativo, es el discurso utilizado por el candidato Alberto Maldonado, de Morena.

Durante las dos semanas de campaña, insistió en que había una “elección de Estado”. Sugirió uso de recursos públicos en la campaña y además, acompañado por el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, exigió que el gobierno estatal “sacara las manos” de la elección. Nunca ofreció una prueba de sus afirmaciones. Como estrategia pragmática puede entenderse. Pero evidentemente no fue el suyo un comportamiento ético.

Además, el día de la elección (21 de noviembre) desde que acudió a votar, declaró públicamente que no confiaba en el IEPC. Cuestionó el desempeño de la autoridad electoral y todavía al final de la jornada, acusó que la policía del Estado estaba operando para romper la cadena de custodia de los paquetes electorales. Sin embargo, no hubo ninguna queja de los ciudadanos que participaron como funcionarios electorales en las 758 casillas. ¿Es tan grande y perfecto el complot o se trató de una treta más de un candidato decidido a “reventar” una elección que no le favorecía?

Al final, el mismo Maldonado (que al publicarse esta columna no ha admitido la derrota y que se declaró ganador cuando apenas fluían los primeros datos del PREP) obtuvo 39 mil 141 votos, cuando las otras ocho candidaturas sumaron entre todas apenas 17 mil 010 sufragios.

Citlalli Amaya, con 44 mil 579 votos es la ganadora y ambos, formarán el nuevo gobierno municipal.

Viene la prueba más seria: gobernar, y hacerlo con eficiencia.

jonasn80@gmail.com  @JonasJAL

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